domingo, 18 de mayo de 2008

SEMIOSIS Y CYBERCULTURA


Por: Vladimir Sánchez Riaño
Licenciado en filosofía y letras y Especialista en Docencia Universitaria de la universidad Santo Tomás, Magíster en Estudios políticos de la universidad Javeriana. Actualmente es profesor asociado de hora cátedra en la Universidad Jorge Tadeo Lozano en el área de semiología, profesor de hora cátedra en la Universidad Externado de Colombia en el área de semiótica, profesor cátedra Universidad Javeriana en el área de Teorías Actuales de la comunicación y Profesor de Tiempo completo en la Universidad minuto de Dios, en donde es el Coordinador del Departamento de Investigación de la Facultad de Ciencias de la Comunicación.

1. Características del contexto del tema y del tópico. Justificación

Según Lotman la cultura puede entenderse como el “conjunto de la información no hereditaria acumulada, conservada y transmitida por las múltiples colectividades de la sociedad humana”
[1], si esto es así, el proceso de comprensión, aceptación y construcción de la cultura no sólo está ligado a la comunicación, sino que ésta es posible gracias a que los sistemas de significación generados por la cultura permiten que los interlocutores encuentren sentido a sus prácticas, usos, representaciones y enunciaciones en el marco social. La cultura teje los hilos de la significación y esta es la base para la comunicación, sin embargo la comunicación construye tanto simbologías como significaciones con las cuales produce la cultura.

En el anterior sentido se puede sostener que hay comunicación porque hay cultura pero también que hay ésta última porque hay comunicación, esa doble relación de imbricación se sostiene gracias a la semiosis o producción, acción e interpretación de los signos en la sociedad. Desde una perspectiva lógica Peirce entiende por semiosis: “la acción, o influencia, que es, o implica, una cooperación de tres sujetos, a saber un signo, su objeto y su interpretante”
[2]. Un signo es la representación que se hace de algún objeto de la “realidad” que es representado y que genera significación gracias a la acción del interpretante o signo previo (universo simbólico) en la mente del intérprete.

La semiosis es pues, el principio de reconstrucción y construcción simbólica que un individuo hace en el contexto de su época, sobre escenarios, usos, ideologías, estéticas, políticas, filosofías y productos culturales en general. Uno de estos productos culturales con más aceptación y penetración en el universo simbólico de la humanidad globalizada de finales del siglo XX y comienzos del XXI tiene que ver con el desarrollo de la cybercultura, la “realidad” virtual y específicamente con el Anime como espectáculo visual proveniente de Japón que ha logrado calar profundamente en las culturas juveniles con mayor aceptación en aquellos que se encuentran ligados de una u otra forma con la industria de la comunicación, el diseño y las artes en general.

Esta cultura de la realidad virtual no sólo ha penetrado el mundo de la vida de la comunicación, sino que además cada vez es más evidente la colonización que dicha realidad virtual ha hecho en el mundo de la vida social y subjetivo de los individuos, a tal punto que como dice la ya antigua paradoja: nunca como antes el hombre estuvo tan comunicado como lo está ahora, pero también nunca como antes el hombre está tan absolutamente solo como lo está hoy. Como diría Renato Ortiz ha sucedido un proceso de des-territorialización y re-territorialización en el cual hemos pasado de una forma física de ser, estar y compartir en el mundo físico “real” a una forma de ser, estar y compartir en un mundo virtual:

... el proceso de mundialización redefine la noción de espacio. En este sentido, nociones como <> y <>, <> y <>, <> y <> se modifican. Al desterritorializarse, el espacio se re-territorializa en el contexto de otra espacialidad (la información de la sociedad acelera este movimiento). Se puede entonces hablar de existencia de relaciones sociales planetarizadas, es decir, de un mundo real e imaginario que se extiende, de forma desigual y diferenciada, por todo el planeta.
[3]

Esta re-territorialización se ha mostrado en la industria cultural del cine, la televisión y los impresos a través de espectáculos como el mundo virtual Second Life; las redes como sónico, facebook; las películas como Blade runner, Ghost in the Shell, Brazil, Matriz y el anime Serial Experiments Lain de Ryutaro Nakamura, emitido desde el 6 de julio de 1998 en Tv Tokio con trece capítulos, en los cuales al igual que en los precedentes ejemplos se muestra la emergencia platónica de nuevas cadenas –ya no sensibles y concupiscibles, sino virtuales y rédicas- que atan al individuo y le llevan a la aceptación, comprensión y construcción de nuevas significaciones de orden virtual en el proceso antes mencionado de re-territorialización en el espacio virtual.
Llevando a cabo una digresión o entrecruzamiento eidético y lingüístico, podría pensarse en un renacer del panóptico[4] en forma de "pantopía" o posibilidad de estar en todos los lugares bajo la misma mirada, de observar todo desde el punto de conexión rédica, que a su vez es un punto de observación para otras pantopias; sería posible entonces estar en todos los lugares en un mismo tiempo “multiespacialidad” y unitemporalidad.

2. Formulación del problema: objeto de estudio, tipo, enfoque teórico, tiempo/espacio

La virtualización del universo o fabulación del mismo en multiplicidad de perspectivas se manifiesta en la mutación de la “realidad” física a la “realidad virtual”; de las justas de caballería a los juegos de mesa, de estos al x –box y de éste a las consolas y juegos para PC; de los juglares a los libros y de éstos al cinematógrafo y la televisión y la sociedad red; de la comunicación cara a cara con toda la rudeza y riqueza kinésica
[5] y proxémica[6] de los cuerpos en acción; de las relaciones en tiempo “real” y en contextos físicos a la interacción virtual en mundos paralelos en los que lo virtual puede ser más “real” y lo real más ficticio y virtual. Todo ello –parafraseando a Vattimo- ha resultado siendo la realización en el siglo XXI de algunas de las apuestas conceptuales del pensamiento nietzcheano[7], según el cual el mundo verdadero acabo convirtiéndose en una fábula:

…se lleva a efecto quizás en el mundo de los medios de comunicación una ‘profecía’ de Nietzsche: el mundo real a la postre se convierte en fábula. ... La realidad para nosotros, es más bien el resultado de cruzarse y ‘contaminarse’ (en el sentido latino) las múltiples imágenes, interpretaciones, reconstrucciones que distribuyen los medios de comunicación en competencia mutua y, desde luego, sin coordinación central alguna.
[8]

En esta explosión de “realidades”, de fábulas, de relatos, se cuentan visiones de mundo, perspectivas, horizontes estéticos, procedimentales y de pensamiento que evidencian el universo simbólico de la modernidad que vivimos. Lo anterior gracias a procedimientos de iconización que sobre la base precisamente simbólica construyen una estética y unos modos políticos, religiosos y procedimentales que terminan convirtiéndose en el terreno subyacente, en la base, en el sustrato
[9] o semióticamente hablando en los interpretantes que animan y disparan la semiosis como proceso de significación de la “realidad”

Una de estas posibles “realidades” o fábulas, es el anime “Serial Experiments Lain”, el cual será tomado como objeto de estudio con la intencionalidad de indagar sobre su papel como soporte y vehículo tanto de construcción como de lectura de los imaginarios colectivos que orientan las formas de ser y de estar en el mundo en el siglo XXI. En el anterior sentido se busca reflexionar sobre la pregunta: ¿cuáles son los procedimientos de iconización de las prácticas humanas en la actual sociedad red y cómo emerge y se evidencia en ella la cybercultura?

3. Formulación de hipótesis

La hipótesis desde la cual se parte es que la sociedad red o reticular se encuentra no sólo construida sino que se ve reflejada en los espectáculos comunicativos que pululan en las plataformas de comunicación, y de información de la sociedad globalizada del siglo XXI. Por esto es posible encontrar en casos como “Serial Experiments Lain” el lugar de realización y presencia del ethos y del pathos de la sociedad actual. Se apela al neologismo de sociedad reticular ya que desde el punto de vista del diseño, técnicamente una retícula hace referencia al esqueleto de la diagramación, es el lugar de la organización de los diferentes elementos de composición gráfica; extrapolando esto a las dinámicas de lectura social podemos considerar que la actual sociedad de la información es una retícula o tejido humano.

Ahora bien, desde la biología el tejido es la Agrupación de células, fibras y productos celulares varios que forman un conjunto estructural
[10]; sin embargo al asumir el concepto de tejido en términos generales, nos encontramos con que éste es el proceso de entrecruzamiento de hilos y hebras que producen superficies moldeables con características estéticas muy agradables[11]. Así se acuña el término retícula para referirnos a la red de información sobre la cual se construyen mundos paralelos de carácter virtual y a la que quiérase o no, estamos todos los hombres de este milenio conectados y quizá también condenados o -parafraseando a Platon- encadenados a la caverna virtual.

4. Objetivo general

Analizar los procedimientos de iconización de las prácticas humanas en la actual sociedad red a partir de “Serial Experiments Lain” y cómo emerge y se evidencia en ella la cybercultura.


[1] Lotman, J.M., Tipologia della cultura (ed. R. Faccani e M. Marzaduri). Milano: Bompiani, (1987). Referencia tomada de:
http://www.ugr.es/~mcaceres/Entretextos/entre3/cabanilles.htm
[2] Peirce, Charles S., Collected Papers (5.484). Cambridge: Harvard University Press. Versión Electrónica en CD-ROM por inteLex corporation.
[3] ORTIZ, Renato., “Globalización y Esfera pública”, en Comunicación, cultura y globalización, Bogotá, 2003, Cátedra UNESCO de Comunicación Social, Centro Editorial Javeriano, p 40
[4] Concepto arquitectónico penitenciario de finales del siglo XVIII planteado por Jeremy Bentham, según el cual era posible diseñar un sistema de vigilancia desde un topos concreto para observar a los prisioneros, sin que ellos se percataran de ello; podrían de esta manera pasar su vida entera vigilada y controlada si ni siquiera darse cuenta.
[5] Vid El lenguaje de la expresión corporal, Gustavo Gili, Barcelona, 1979.
[6] Vid. Hall, Edward T, La dimensión oculta: enfoque antropológico del uso del espacio, Instituto Nacional de la Administración Pública, Madrid, 1973 (Siglo XXI, México DF, 1990).
[7] Vid. Nietzsche Friedrich., El crepúsculo de los ídolos, Madrid, 1982, Alianza
[8] Vattimo, Gianni., “Posmodernidad: ¿Una sociedad transparente?”, en En Torno a la Posmodernidad, Barcelona, Anthropos
[9] Desde la perspectiva lingüística en un proceso de colonización una lengua sustrato es aquella que fue dominada por una lengua que se considera superestrato; ahora bien se ha hablado de la venganza de los sustratos en la medida en que la lengua dominada ha logrado permanecer en el subsuelo de la acción lingüística y termina transformando y reelaborando la lengua dominante.
[10] Vid. (http://www.med-estetica.com/Cientifica/Diccionario_Tecnico/index.html?letra=t
[11] vid. (http://www.edufuturo.com/educacion.php?c=3366)

viernes, 25 de abril de 2008

Dinámicas de Comunicación Pública sobre Temas Ambientales

Un acercamiento teórico y práctico desde la Teoría de Sistemas
Por: María Ángela Torres S.
Miembro del Seminario de Comunicación y Cultura. Profesora de Metodología de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo de la Universidad Externado de Colombia.
Tema y tópico de estudio
Los temas ambientales y las problemáticas a las que hacen referencia constituyen actualmente en forma discontinua pero recurrente, tópicos de la realidad social que por su complejidad, escasamente logran la resonancia pública que requieren para ser abordados en forma integral, entiéndase aquí, abordada por aquellos que pueden verse afectados directa o indirectamente por los mismos o por las decisiones que se tomen al respecto.
Eso por lo menos se pensaría al revisar resultados y reflexiones que ya dos décadas atrás se vienen realizando alrededor de la trayectoria del tema en los diversos medios de comunicación: Negativismo, catastrofismo y conflicto[1], referencia a coyunturas (episódica) en vez de procesos (temática), atención cíclica y esporádica, inconsistencias, distorsiones y contradicciones[2]. Ni qué decir de lo que al respecto esgrimen los periodistas de su caso: complejidad y falta de especialización[3]. A esto se añade que entre las fuentes informativas utilizadas prevalecen las instituciones y organizaciones oficiales de diverso nivel. El común de la gente, parece tener poco qué decir! Lo anteriormente anotado debe ser diferenciado según el medio. De hecho se reconoce que la Televisión es la más apropiada para estos temas, por la imagen: ver es creer.[4]
A veces identificar cambios de las descripciones y problemas antes expuestos, como en el caso de la investigación comparativa realizada por Nitz[5] en el contexto mediático norteamericano y europeo, permite corroborar la utilidad de la investigación en los productos periodísticos, a manera de reflexión, aprendizaje y mejoramiento en el sistema de medios. La pregunta en este sentido es, y cómo estamos en esto en Colombia?
A vuelo de pájaro el asunto no es muy alentador. Pero así no es mucho lo que se puede decir. Colombia es reconocida a nivel mundial por avances en las políticas ambientales significativos cualitativamente, que aún en Latinoamérica no tienen comparación. Tras la ya amplia trayectoria ambiental del país, hay evidentemente un trabajo de consensos, acuerdos y desacuerdos, conflictos y soluciones que permiten intuir una opinión pública ambiental muy activa. Lo que de ella y sus dinámicas se haya construido en los Medios de Comunicación nacionales es un trabajo de investigación pendiente por realizar.
En su libro “la realidad de los Medios Masivos” Niklas Luhmann recalcaba que éstos son la fuente casi exclusiva de lo que sabemos sobre nuestra sociedad, el mundo en el que vivimos, su historia y por supuesto, la naturaleza[6]. De ser así, la tarea requiere abordar el tema desde una (o varias) perspectivas que no solo permitan identificar las dinámicas públicas mediatizadas de éste ámbito social, técnico y político, sino entender el papel de los medios en la construcción de la realidad, y específicamente la ecológica y ambiental.
Aquí se está directamente haciendo referencia al fenómeno de la Opinión Pública (alrededor de temas ambientales) y la relación que se establece entre éste y los Medios de Comunicación. Es relevante también investigar las repercusiones que en ellos mismos se consignan, como reacción a lo comunicado públicamente y que, desde una visión sistémica de la Comunicación, podrían ofrecer luces alrededor de la reproducción de la comunicación ambiental. Porque si hay una pregunta importante, dentro de todas las que pueden darse, es alrededor de lo que impide o limita la continuidad, (entiéndase reproducción) de la comunicación sobre Medio Ambiente en el sistema de Medios Masivos y si esto es un indicio de características de la Opinión Pública y sus características para abordar el tema o viceversa.
HIPÓTESIS
La discontinuidad de la información periodística ambiental en Medios de Comunicación obedece en buena parte a las características disímiles de las dinámicas de comunicación de los actores ambientales entre ellos y de ellos con las dinámicas comunicativas de los medios.
(Falta definitivamente afinar).
OBJETO DE ESTUDIO
Caracterización del desarrollo y las dinámicas de opinión pública representadas en Medios de Comunicación masivos alrededor del caso de la Ley Forestal Nacional. A partir de los marcos en los que se observaron y refirieron, se buscará identificar los problemas de reproducción de la Comunicación sobre temas ambientales en el contexto colombiano.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
  • Caracterizar la trayectoria del tema referido y los marcos de interpretación / construcción en los cuales fue observado antes de la primera publicación de la aprobación de la Ley Forestal Nacional en un medio escrito de nivel nacional y uno regional/local.
  • Caracterizar las reacciones públicas que se representan en los Medios tras el primer anuncio sobre la aprobación de la Ley y su trayectoria temática hasta su desaparición en los mismos a partir de los marcos de interpretación / construcción en que fueron observados.
  • Discutir teóricamente las posibilidades de la Comunicación Ambiental Pública en el contexto colombiano a partir de la teoría de Sistemas de Niklas Luhmann

ENFOQUE TEÓRICO
Desde un enfoque constructivista y sistémico se abordará el análisis de contenidos escogidos considerando el concepto de Framing, marco de interpretación (construcción), que al decir de Todd Gitlin “Media frames are persistent patterns of cognition, interpretation and presentation, of selection, emphasis and exclusion, by which symbol-handlers routinely discourse whether verbal or visual”[7].

Los medios en este sentido tienen un impacto importante en la construcción social de la realidad fijando activamente y creando marcos de referencia para las audiencias. Destacan o ignoran partes de la realidad. Es un proceso que puede ser consciente o inconsciente y no hace referencia exclusiva al proceso selectivo del periodista / medio, sino al de los receptores, el público, los públicos.[8] Por otra parte, en casos normales es estabilizador de la oferta noticiosa; en casos de hechos fuera de lo común se generan nuevos marcos.[9]En un segundo paso se discutirán los resultados a la luz de la Teoría de Sistemas de Niklas Luhmann, desde la cual los Medios de Comunicación son descritos como un sistema funcional autopoiético, es decir que se autorreproduce, se autoorganiza, pero estructuralmente es dependiente.[10] En este sentido es la aparición del tema y lo que del mismo constituye representable en el sistema, lo que da opción a la Comunicación Ambiental de autorreproducirse o desvanecerse hasta un nuevo episodio: la discontinuidad tanto criticada.

[1] Ver Michael E. Nitz. Media Coverage of Environmental Issues. En: Hans J. Kleinsteuber (Hg). Aktuelle Medientrends in den Journalismus, politische Kommunikation im Zeitalter der Digitalisierung. Wiesbaden. 2001. P. 302-323.
[2] Ver Adler J. : Little green lies: The environmental miseducation of America´s children. En: Policy Review, 56. P. 18-27. Citado por Michael Nitz. Ibid.
[3] Ver María Ángela Torres: ¿Quién define la Agenda Ambiental? La información ambiental noticiosa en Medios de Comunicación colombianos. Una perspectiva desde los Medios. En: GTZ. Medio Ambiente y Opinión Pública en Colombia. Bogotá, D.C., 2006. P. 53-75.
[4] Ver Michael E. Nitz. Media… P. 310.
[5] Michael Nitz. Media… ob.cit.
[6] Ver Niklas Luhmann. Die Realität der Massenmedien. 2. Erweiterte Auflage. WV. Opladen 1996.
[7] Todd Gitlin. The Whole World is Watching. Mass Media in the Making and Unmaking of the New Left. Berkely, Ca. 1980. Citado en: Michael Kunczik, Astrid Zipfel. Publizistik. UTB. Böhlau, 2001. P. 272.
[8] Bertram Scheufele und Hans-Bernd Brosius. The Frame remains the same? Stabilität und Kontinuitát journalistischer Selektionskriterien am Beispiel der Berichterstattung über Anschläge auf Ausländer und Asylbewerber. En: Rundfunk und Fernsehen 47. P. 409-432. Citado en: Michael Kunczik, et. al. Ibid.
[9] Hans Bernd Brosius, Peter Eps. Framing auch beim Rezipienten? Der Einfluss der Berichterstattung über fremdenfeindliche Anschläge auf die Vorstellungen der Rezipienten. En: Medienpsychologie 7. P. 169-183. Citado en: Michael Kunczik, et al. Ibid.
[10] Niklas Luhman. Die Realität… p. 185 (traducción libre).

domingo, 20 de abril de 2008

La comedia televisiva social en los años 80´s: Una aproximación sociocultural

Por: Manuel Carreño
Miembro Seminario Comunicación y Cultura. Profesor del Área de Teorías de la Facultad de Comunicación Social - Periodismo de la Universidad Externado de Colombia.

Contextualización

Durante los años 80 la televisión Colombiana, bajo el modelo de concesiones a programadoras produjo distintos tipos de formatos, la mayoría de ellos hoy desparecidos. Ese modelo permitía que cada programadora se especializara en un tipo de producción, generando una industria creativa muy variada. Además, el hecho de competir mas entre franjas que entre cadenas, generaba una mayor oferta para el televidente, ya que la programación cambiaba en el “prime time” dependiendo el día de la semana. Los seriados, Las novelas históricas e incluso los magazines, hacían parte de la parrilla diaria de esos años. Dentro de esa amalgama de programas desaparecidos se encuentran aquellas comedias de corte social, que tanto éxito en rating, e impacto cultural tuvieron a finales de esa década.

La comedia social tuvo su momento mas fuerte en la segunda parte de los años 80,con 3 series muy importantes dentro de la parrilla: Don Chinche, Romeo y buseta (ambas de Pepe Sánchez) y NN de German Escallón.

Este tipo de comedias, mostraban la realidad social de las clases populares urbanas en esos años. Temas como la migración del campo a la ciudad y el descenso y ascenso social y las diferencias regionales estaban presentes en estas series.

Personajes Como Eutimio William Guillermo o el mismo Nerón Navarrete eran una especie de antihéroes, personajes que en medio del drama diario eran representantes de una clases popular, en una Colombia que aun no terminaba de entrar de lleno en los proceso de Globalización

Con la llegada de los canales privados, varios formatos entraron en crisis, la comedia fue uno de ellos, y la comedia social prácticamente desapareció. Don Chinche en su versión original desapareció en 1989


Hipótesis


La comedia social televisiva, producida en los años 80s, servia como imaginario colectivo para pensar una Colombia, llena de contradicciones, y sumida en procesos sociales profundos. La televisión Colombiana aun se daba el lujo de contarnos de una manera mas cercana a las expresiones populares, que a los discursos hegemónicos de la industria cultura. Con la llegada de apertura, se fue desmontando esta forma de contar, la cual desapareció para siempre con al llegada de la privatización de los canales, en 1998.

Objetivo general

Determinar el imaginario popular que mostraba la comedia social televisiva en los años 80´s a través del programa don chinche

Objetivos específicos

Analizar las características de producción, y lenguaje audiovisual que manejaba la industria televisiva en esos años.

Mostrar los distintos códigos que manejaba la serie en cuanto cultura popular.

Determinar las principales características del formato

Determinar el papel que Jugaban este tipo de series en la Colombia de fines de los ochentas.


Formulación del problema

En Colombia los estudios sobre televisión, se han centrado mas en el melodrama, tal vez como el formato abanderado de la televisión y el llamado a mostrar los cambios sociales, de genero y económicos, entre otros

Otros géneros merecen volver a ser estudiados, por distintos motivos: la capacidad de mostrarnos imaginarios, lenguajes, relaciones y ver como han evolucionado en la televisión de hoy en día. Además permite hacerle un seguimiento a la industria cultural de los últimos años y mirar que lógicas han cambiado y cuales aun funcionan. Por ultimo es importante buscar las huellas de este tipo de programas de entretenimiento en la televisión de hoy y mirar si hubo algún tipo de quiebre o por el contrario una continuidad sobre el mismo.


Metodología

El acercamiento hacia el trabajo se hará a través de una óptica de historia social, Donde se tendrán en cuenta 3 elementos: 1) el programa como tal: a una serie de capítulos se les hará un análisis histórico y social, así como una mirada a el lenguaje audiovisual que utiliza. 2) un análisis de coyuntura a el país, desde una perspectiva, social política y económica que permita definir el contexto del país en ese momento y 3) un repaso del modelo de industria cultural que regia en ese momento, para entender los elementos que influían en una producción como “don chinche”. De esta manera, al cruzar toda la información podremos tener una visión mas amplia del tema.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Cine colombiano años 20: Hegemonía y representación social

Por: Alejandro Hernández.
Miembro del Seminario Comunicación y Cultura. Profesor del Área de Semiótica de la Universidad Externado de Colombia.
Palabras clave: Hegemonía, Reproducción, Representación, Distinción social, legitimación social, Violencia simbólica, Estrategias simbólicas.



PRESENTACIÓN, CONTEXTO Y JUSTIFICACIÓN

Tras el fin de las guerras civiles que asolaron el territorio colombiano a finales del siglo XIX y principios del XX, la nación entra en un periodo de modernización caracterizado por una serie de innovaciones técnicas y científicas de alcance universal (ferrocarriles, aviación, automóviles, radio, cine, telegrafía, telefonía…); por la unificación de sus fronteras territoriales; por la consolidación de un sistema político-administrativo de corte centralista; por la asunción de un régimen jurídico y de una constitución política; por el surgimiento de unas clases sociales en ascenso que rivalizan frente a su visibilización social; por las luchas hacia la consolidación de un proyecto hegemónico; por la representación social a través de los medios de comunicación a su alcance.

El tránsito del siglo XIX a los primeros años del siglo XX en Colombia, están determinados, socialmente, por la pugna de los diversos grupos socio-económicos emergentes, quienes luchan por la visibilidad social y por el reconocimiento (posicionamiento) político.

Para ello es necesario acudir a las contiendas territoriales, que mediante las guerras civiles garanticen la supremacía militar, como una vía a la consolidación del estado-nación, el cual, a través de la institucionalidad política y jurídica, les permita legitimar su "proyecto", el cual se afianza gracias a las posiciones estratégicas en aquellos sectores claves de la emergente economía nacional (agricultura, ganadería, comercio, industria)
[1].
El cuadro no quedaría completo sin el debido reconocimiento social y cultural de dichos sectores sociales, que en pugna, acuden al concurso de los medios de comunicación masiva a su alcance, para aprovechar en su beneficio, la alta credibilidad e impacto que tales medios gozan en los sectores populares.

Estos sectores sociales o esta clase social (burguesía) que se fortalece en el manejo de los asuntos públicos y privados, en su afán por visibilizarse, busca las maneras de difundir, promocionar e inculcar sus valores políticos e ideológicos, religiosos y culturales, estéticos y morales, a través de los medios a su alcance, incluyendo tanto aquellos mas tradicionales y consolidados, como aquellos de mayor novedad e impacto.

Los inicios del siglo XX señalan, en definitiva, hacia la consolidación moderna del estado-nación en Colombia y por el afianzamiento económico de unos sectores sociales dedicados al comercio, a las finanzas, al sector empresarial e industrial.

Los primeros años del siglo XX serán, entonces, un interregno económico y político que permitirá un espacio institucional de paz y prosperidad, hacia la consolidación de una burguesía nacional, que emerge con gran pujanza y confianza, tanto en el ámbito de lo social, como en los escenarios del comercio, la manufactura, la cultura y el arte.


CONTEXTO HISTÓRICO

El cinematógrafo, innovación tecnológica de reciente factura (Dic. 1895), no quedará por fuera de los intereses y necesidades de la incipiente burguesía nacional, quien verá, de muy buen agrado, el creciente interés y gusto por el nuevo entretenimiento popular.

A menos de diez años de su nacimiento, el cine ya ha sido reconocido como uno de los medios masivos de comunicación de gran impacto social en las audiencias, en especial, en aquellos sectores sociales con pocas alternativas de información y entretenimiento.

Esta concepción ha quedado confirmada, entre otras muchas experiencias, por el rol destacado en que el gobierno soviético (1917-1927) colocó a su cinematografía, ubicándola como uno de los medios mas significativos, en su estrategia mediática para consolidar al nuevo régimen, en términos políticos, administrativos e ideológicos.

En Colombia, a tono con los nuevos vientos de renovación y cambio, y en sintonía con las tendencias mundiales en materia tecnológica y política, tanto sus clases dirigentes como el pujante sector empresarial, no objetarán recursos para la divulgación y promoción de sus valores, necesidades y formas de ver el mundo.

La imagen cinematográfica, con su vocación de gran realismo en la descripción de ambientes y costumbres; en su verosimilitud, a la hora de narrar historias y en su calidad de espectáculo masivo, será la punta de lanza en su recién y espontánea estrategia mediática.

Es así como la incipiente burguesía nacional que está al tanto de las grandes innovaciones científicas y técnicas del mundo industrializado, y mas pronto que tarde, no escatimará esfuerzos por presentar, en los escenarios nacionales, los globos aerostáticos y el ferrocarril; los primeros vehículos y los aeroplanos; los daguerrotipos y la fotografía; el fonógrafo y la telegrafía; la luz eléctrica y el cinematógrafo.


EL CINE, CORREA DE TRANSMISIÓN

El cine, en tal sentido, se convertirá en el vehículo idóneo para promulgar sus hábitos, costumbres y gustos, con una dramaturgia que da cuenta, tanto de sus mecanismos de representación social, como de sus formas de vida, así como de sus necesidades de legitimación social.

Las películas realizadas en Colombia durante los primeros veinte años del siglo XX, a más de dar cuenta de los avances tecnológicos y narrativos en materia cinematográfica, nos permiten, cual detallado scanner, una disección de la sociedad colombiana de principios de siglo XX y un certero diagnóstico sobre aquellos quienes propiciaron unas formas de representación determinadas y unos mecanismos de simbolización particulares.

Desde la óptica de la producción social de sentido, de sus marcos de referencia y las lógicas de producción mediáticas, es posible conocer, determinar y analizar sus características mas significativas; sus necesidades mas apremiantes; los grados de pujanza y desarrollo económico; las rencillas de carácter político; el tipo de relaciones internacionales; los mecanismos de evasión o confrontación ideológica; las pugnas internas por las que atravesaban tales sectores sociales.



EL CINE EN COLOMBIA

Creemos que el cine colombiano no solamente es valioso para la historia del cine en particular, de la cultura y el arte en el país, sino que sus historias y sus formas de representación, son fundamentales para el conocimiento y reconocimiento de un pasado reciente que muchas veces es menospreciado, descuidado y olvidado.

El cine, como forma de reproducción de la realidad (documental), pero también como forma de producción de sentido en tanto que representación estética del mundo, nos brinda un conocimiento de primera mano del mundo y sus protagonistas, tanto cuando los aborda directa y concientemente, como cuando los evade en forma deliberada.

En tal sentido creemos que es importante y necesaria dicha reflexión, no solo desde los aportes que nos pueden brindar a los campos específicos de la sociología, o la antropología cultural, sino, fundamentalmente, en tanto medio de comunicación de masas y su importancia en la configuración y consolidación de imaginarios y formas de representación, socialmente interesadas.


HIPÓTESIS

El cine colombiano de los años 20, fue el medio masivo de comunicación idóneo, mediante el cual, grupos nacionales emergentes, escenificaron sus luchas, ideales, formas de pensar y realidades, en busca de la visibilidad, el reconocimiento y la legitimidad, con miras a la hegemonía por la representación social.


OBJETIVO GENERAL

Explicitar cómo los sectores sociales en pugna por la hegemonía y la visibilidad social, se representan a sí mismos y que visión nos brindan de "los otros".


OBJETIVOS ESPECÍFICOS

Reconocer que el cine se convierte, para la burguesía colombiana de los años 20, en el vehículo idóneo para visibilizarse socialmente y la mejor vitrina para la exposición y representación de sus formas de ver y concebir el mundo.

Demostrar cómo las diferentes regiones del país, Eje Cafetero, Valle del Cauca, Antioquia, Región Andina (Cundinamarca, Boyacá, Santander), pugan por la representación, el reconocimiento y la visibilidad social.

Reconocer que grupos sociales entran en pugna, por el reconocimiento y la representación social, en el cine colombiano de los años 20, y que intereses políticos y económicos entran en juego.

Demostrar que las formas de representación (géneros y formatos) del cine colombiano de los años 20, están en consonancia con los estilos imperantes del cine y la cultura occidental (melodrama - film d'art).


FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

El cine, como representación de la realidad, es una fuente generosa de información, documentación y análisis sobre la sociedad que produce un sinnúmero de películas las cuales, aún sin proponérselo, dan fe y testimonio de su tiempo, de las tecnologías imperantes, de los modos de pensar y ver el mundo, así como de los imaginarios y las formas de simbolización que sobre sí, los demás y su entorno prevalen en un momento determinado.

Ante la ausencia de otras fuentes primarias de investigación, un análisis en las formas de narración y simbolización las producciones colombianas de los años veinte, tanto de ficción como documentales, nos permitirá rastrear, que sectores sociales se visibilizan, cómo son representados y qué intereses sociales, económicos y políticos entran en juego en estas producciones.

Adicionalmente podremos analizar, a través de la puesta en escena, de los géneros y formatos utilizados, los gustos dramáticos en boga, demostrando cómo la Colombia de los años 20 no estaba de espaldas al mundo, y que sus formas de representación, están de acuerdo, en ese contexto, con la tradición cultural occidental.

MARCO REFERENCIAL

A través de los materiales cinematográficos conservados de aquella época, es posible analizar qué se representa y cómo se asumen ciertos tópicos sociales; que tipo de imaginarios son puestos en escena; cuales son las temáticas mas sensibles a la sociedad en aquel momento.

Puesto que la producción cinematográfica no es abundante, mas bien escasa, a lo sumo 16 películas entre argumentales y documentales y de las cuales podemos apenas visualizar una tercera parte, es necesario, formular en ellas, una serie de interrogantes como ¿Qué se oculta y cómo en las películas de aquel periodo? ¿Que visualizan sus argumentos y que no? ¿Cómo se realizan estas puestas en escena? ¿Quien produce y realiza tales películas? ¿Cuales son sus motivaciones principales para ello? ¿Que tipo de teatro y cine se exhibía en Colombia en aquella época? ¿A que esquemas narrativos, formatos, géneros y estereotipos recurría nuestro cine?


ABORDAJES HISTÓRICOS TRADICIONALES

Ante la ausencia de material propiamente cinematográfico, resulta muy dificultoso un acercamiento estético frente a unas obras perdidas; un abordaje desde la tecnología resulta algo estéril, pues tanto en sus esquemas narrativos como técnicos, las incipientes producciones recurren a los modelos foráneos y una historia desde lo económico, es decir modos de producción, circulación (distribución) y consumo (exhibición) de las películas, en ausencia de un esquema industrial, no resulta ni interesante ni significativo para nuestro abordaje.

Es por tales motivos que nuestro acercamiento será desde la óptica de una historia social
[2] la cual nos permita observar y analizar ¿Cómo y qué tipo de sociedad reflejan las películas? ¿Quién veía las películas y por qué? ¿Que función ejercía el cine como institución social? ¿Qué relaciones establecía el cine con otras instituciones sociales? ¿Que posibles efectos culturales (imaginarios, identidad, representación) se buscaron a través del cinematógrafo? ¿Qué racionalizaciones o construcciones de lo real fueron posibles desde los relatos audiovisuales? ¿Qué tipos de subjetividades afloraron en estos discursos?

Si el cine se erige, en sus primeros años como espejo,
[3] memoria y representación del mundo, ¿que tipo de mirada nos refleja el cine colombiano de los años 20? ¿Qué tipo de memoria nos han legado sus cinematografistas? ¿Qué tipo de lecturas son posibles a través de una mirada contemporánea? ¿Qué representaciones de sociedad encontramos allí? ¿Qué visión de modernidad están fijadas en estas películas?

Sabemos que los interrogantes son muchos. Por fortuna el corpus es limitado y lo iremos a delimitar aún mas, en especial a BAJO EL CIELO ANTIOQUEÑO (1924) de Arturo Acevedo, ALMA PROVINCIANA (1925) de Félix Joaquín Rodríguez, MANIZALES CITY (1925) de Félix R. Restrepo y GARRAS DE ORO (1926) de P.P. Jambrina (Pepe Sanabria).

A través de esta pequeña muestra, y sin despreciar referencias a otras producciones de las cuales se tienen notas de prensa y otros testimonios, pretendo reconstruir el tipo de sociedad que se representa en estas películas y las razones, extra cinematográficas, estéticas, políticas e ideológicas que los motivaron a ello.

El marco referencial, para este acercamiento a una historia social del cine colombiano de los años veinte, estará sustentado en algunos aspectos de la Escuela de Frankfurt (crítica), en autores tales como Walter Benjamin, Jürgen Habermas, Louis Althusser y Theodor Adorno; en algunas categorías elaboradas y trabajadas por otros autores mas recientes como Herbert Marcuse, Marshal McLuhan y Armand Mattelart, entre otros y con cierta delectación por autores mas contemporáneos como Pierre Bourdieu, Harry Pross, Alain Touraine, Perry Anderson y Noam Chomsky entre otros.
Largometrajes colombianos (1922 - 1929)
1 1922 María de Alfredo del Diestro y Máximo Calvo Olmedo.
2 1923 La Tragedia del Silencio de Arturo Acevedo Vallarino.
3 1924 Aura o las Violetas de Pedro Moreno Garzón y Vincenzo Di Domenico.
4 1924
Bajo el Cielo Antioqueño de Arturo Acevedo Vallarino.
5 1925 Alma Provinciana de Félix Joaquín Rodríguez.
6 1925 Como los Muertos de Pedro Moreno Garzón y Vincenzo Di Domenico.
7 1925 Manizales City de Felix R. Restrepo
8 1925 Suerte y Azar de Camilo Cantinazzi.
9 1926 El Amor, el Deber y el Crimen de Pedro Moreno Garzón y Vincenzo Di Domenico.
10 1926 Garras de Oro de P.P Jambrina.
11 1926 Madre de Samuel Vásquez.
12 1926 Nido de Cóndores de Alfonso Mejía Robledo.
13 1926 Tuya es la Culpa de Camilo Cantinazzi.
14 1928 Los Amores de Keliff de Arturo Sanín.

[1] Cfr. Bejarano, Jesús A. (1980) La Economía, en Manual de Historia de Colombia tomo III. Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, Colombia.
[2] Cft. Robert C. Allen y Douglas Gomery (1995) en Teoría y Práctica de la Historia del Cine, Paidós Comunicación Nº 70 cap. 7º: Historia Social del Cine
[3] Cft. Umberto Eco (1988) De los Espejos y otros Ensayos. Ed. Lumen col. Palabra en el tiempo Nº 173

Guía para la presentación de artículos especializados

De acuerdo con lo discutido en la sesión del 10 de Marzo/08, los artículos especializados presentados en el Seminario deberán contener:

1. Características del contexto del tema y del tópico. Justificación
2. Formulación del problema: objeto de estudio, tipo, enfoque teórico, tiempo/espacio
3. Formulación de hipótesis
4. Objetivos general
5. Discusión teórica: punto de vista

domingo, 9 de marzo de 2008

Los medios comunitarios en la construcción de lo público

Astrid Carolina Cañas C.
Asesora - Proyecto Planeta Paz


La comunicación y la construcción de lo público

El trabajo que hemos venido realizando durante los últimos años como equipo de comunicación en Planeta Paz nos ha llevado a asumir la discusión acerca de la relación de la comunicación con los actores sociales populares y el papel estos realizan en la construcción de lo público, en la medida en que nuestro propósito ha sido acompañar los procesos populares en la construcción de propuestas de política pública hacia la paz en Colombia.

En un contexto en el cual el ejercicio de la violencia simbólica ha sido permanente en las dinámicas de construcción de la vida pública y se ha constituido en una poderosa manera de anular la identidad, los horizontes de sentido y los intereses de los sectores populares, creemos en la importancia estratégica de propiciar los escenarios que se requieran para hacer una reflexión colectiva sobre el carácter de la comunicación en las prácticas sociales populares que nos ayude a comprenderlas, con el propósito de hacer un aporte al fortalecimiento de una comunicación enraizada en los procesos populares.

En este trayecto, nos hemos acercado a varios debates que de alguna manera constituyen un referente en lo que se refiere al cuestionamiento del horizonte de la comunicación como una dimensión de posibilidades concretas para la construcción de unos nuevos referentes éticos y políticos para el país.

Las referencias clásicas a la construcción de lo público y la comunicación

La discusión contemporánea sobre lo público nos lleva hacernos preguntas acerca de cómo redefinir el lugar de lo comunicativo en la construcción de lo público en la sociedad.

En ese sentido, las perspectivas clásicas del análisis de lo público, y específicamente las que provienen de la teoría liberal de la democracia, tendieron a idealizar el rol de los medios de comunicación en la medida en que le otorgaron al debate público y racional una enorme importancia en la construcción de la democracia. La realización de este ideal se apoyaba en una concepción según los medios de comunicación debían servir como plataforma para la emergencia en la esfera pública de la pluralidad de posiciones existentes en la sociedad civil, además de su papel fundamental en el control y limitación del poder del Estado. Sin embargo, y esta ha sido una de las principales críticas a esta concepción, al considerar a los medios de esta forma no tuvieron en cuenta el peso determinante de las complejas y dinámicas relaciones de poder que constituyen lo público y que se revelan en las ambiguas expresiones de la visibilidad y invisibilidad mediática. En gran medida esta concepción sigue haciendo parte de los lugares comunes acerca del papel de los medios y ha dificultado la comprensión de su lugar en los procesos políticos en tanto refiere el análisis de los medios a los referentes normativos del liberalismo.

¿Qué queda aún del papel que el liberalismo le asignaba a los medios masivos de comunicación? Muy seguramente quedan rastros del ideal liberal en los programas de formación de los comunicadores sociales y periodistas en donde aún se consideran paradigmáticos los referentes éticos y el deber ser social del periodista heroico de la gloriosa era liberal europea. En la práctica, la tendencia a poner el énfasis en el ideal de realización de los valores y libertades del ideario liberal por la vía de la comunicación, no permite contemplar las múltiples estrategias de poder que se juegan en la dinámica de visibilización e invisibilización de determinados asuntos de carácter público. Y sin embargo, la discusión sobre el papel de la comunicación en la emergencia de espacios para la expresión de la pluralidad en la esfera pública continúa siendo objeto de diversas interpretaciones en la medida en que la que diversas teorías y los mismos movimientos sociales han encontrado en esta reflexión un campo de disputa estratégico para sus luchas.

Pero por otro lado, ¿qué queda del viejo paradigma de los medios como reproductores de la dominación? Cabe decir que, en su momento, este enfoque permitió evidenciar que los medios de comunicación masivos tienen una estrecha relación con el poder, y también le permitió a la crítica posterior preguntarse por la supuesta pasividad de las audiencias frente a la dinámica de la dominación. Y aunque los límites analíticos de esta perspectiva han sido expuestos exhaustivamente durante décadas (a veces con cierta saña por parte de quienes en otro momento fueron sus promotores), la necesidad de pensar en esas relaciones entre capital, poder, audiencias y medios de comunicación continúa siendo vigente. Cualificar el análisis de esas relaciones para intentar desarticularlas sigue siendo una indiscutible prioridad no sólo en la teoría sino también en la práctica social de quienes hacen comunicación. En dirección hacia nuestra reflexión sobre lo público, no perder de vista las relaciones de poder que se encuentran profundamente mediadas por las lógicas instrumentales del mercado hacia la construcción de consumos e identidades culturales que operan de acuerdo a las nuevas territorialidades emergentes de la globalización, es sin duda un campo a explorar.

En la práctica tanto el ideal liberal de los medios como las teorías marxistas en la comunicación han sido profundamente cuestionadas. Los medios de comunicación se han revelado como dispositivos complejos de relaciones en donde se alternan simultáneamente prácticas de exclusión e inclusión, de opresión de ciertos intereses e identidades pero a veces también de visibilización de fuerzas sociales en proceso de emergencia. La idea de un rol preestablecido de los medios, bien sea como herramientas de la dominación, o como de adalides de la democracia, han sido ambas objeto de múltiples cuestionamientos que en buena parte nos han permitido comprender que el sustrato de esa producción simbólica en las sociedades se remite al ámbito de la cultura y de las prácticas sociales. Frente a esto las reflexiones críticas han sido diversas y muy enriquecedoras, como es el caso de los aportes que la denominada “comunicación-cultura” ha hecho a los estudios de comunicación y a otros campos de las ciencias sociales, principalmente en lo que se refiere al reconocimiento de los múltiples contextos culturales de producción de la comunicación y el consiguiente encuentro con los actores sociales que la producen en la cotidianidad.

La construcción de lo público se encuentra mediada por relaciones de poder que son complejas y nos remiten al campo de la comunicación y la cultura: involucran esos imaginarios del deber ser liberal con prácticas que distan de ese horizonte de realización democrática que se les atribuía, ejercicios de dominación y opresión en donde la violencia simbólica opera en múltiples direcciones, procesos de construcción de acuerdos parciales frente a asuntos considerados como socialmente problemáticos, etc. Allí donde se encuentran estas dinámicas es donde a la vez tienen lugar las prácticas sociales colectivas que les dan forma produciendo la comunicación. Ese es el terreno sobre el cual intentamos hoy encontrar alternativas.

Comunicación y campos de conflicto

La comunicación es entonces una dimensión de las relaciones sociales concretas, que tiene lugar en las prácticas colectivas y también en las individuales. Está presente en las relaciones inter-subjetivas y en aquellas que los actores sociales colectivos construyen internamente y hacia otros: en la definición de sus horizontes de sentido, de su identidad, de su visión de la sociedad, en sus relaciones de articulación o de oposición hacia otros, así como en sus prácticas de resistencia. Esto quiere decir que todos y todas dinamizamos en diferentes espacios de acuerdo con una diversidad de estrategias posibles lo que sentimos, pensamos y queremos de nosotros y nosotras mismas y de la sociedad.

Esta dimensión comunicativa de las prácticas sociales se dinamiza en torno a lo simbólico, lo afectivo y que evidencia diferentes formas de comprender el “deber ser” de lo social. La comunicación no es una cosa o un hecho específico, y aunque a muchos y muchas nos pueda parecer trillado repetirlo, todavía hay que lidiar permanentemente aún entre nosotros y nosotras con concepciones que cosifican la comunicación y la convierten en un asunto de aparatos y tecnologías solamente. No sobra aclararlo: cuando se remite la comunicación a los aparatos se piensa, por ejemplo, que entre más novedosa sea una tecnología mayores son las posibilidades de un ejercicio de democrático a través de ella, cuando en realidad la cualificación la participación social y política depende de la transformación de las relaciones de poder en las que estamos insertos. Un ejemplo es el caso relativamente reciente de la estrategia de participación del Plan Decenal de Educación, en la que se privilegió el uso de Internet para la realización de los debates omitiendo que la mayoría de las comunidades rurales no tienen ni acceso ni el capital cultural para utilizar esas particulares tecnologías (pero sí otras que no son tenidas en cuenta) debido a procesos históricos de exclusión que no se solucionan espontáneamente.

Ahora bien, la comunicación se encuentra referida a unos espacios sociales específicos: cada territorio nos revela la existencia de diversos campos de conflicto que son estructurados por diversos actores sociales. Podríamos citar diversos ejemplos: el conflicto alrededor de la privatización de la salud, la educación, los servicios públicos, en la lucha por las formas de uso de los recursos naturales, las disputas por el control político-electoral, etc. Cada campo de conflicto nos ofrece un escenario diferente del cual la comunicación hace parte activa tejiendo la dimensión simbólica de las prácticas que allí se manifiestan. No hay campos de conflicto social exentos de lógicas de control, manipulación, ocultamiento, visibilización, y en esa medida la comunicación asume formas distintas que cambian conforme las estrategias que los actores viabilizan frente a los conflictos que enfrentan y las posiciones que asumen.

¿Qué papel cumplen allí los medios comunitarios con relación a esas prácticas de los actores sociales populares? En este plano también ha habido muchas transformaciones en la teoría y en la práctica. Si antes se pensaba que en lo popular reside el germen de lo contra hegemónico per se, o que su vocación única era la de contestar al orden establecido, hoy sabemos también que los procesos de comunicación comunitarios son complejos, involucran identidades e intereses diversos, y que estos no se pueden analizar aislados de los territorios y los campos de conflicto que allí se estructuran, a veces en la forma de procesos contra-hegemónicos pero a veces con otras orientaciones de sentido. Lo que queremos decir es que la comunicación siempre es una dimensión cambiante, en la que se juegan permanentemente diversas estrategias, tan variadas y dinámicas como actores sociales y lógicas de acción existen en los territorios.

Comunicación y construcción de una estrategia social de paz


¿De qué manera la comunicación comunitaria puede orientarse hacia la construcción y apoyo a la construcción colectiva de una estrategia social de paz?

Siendo la comunicación una dimensión fundamental en la construcción de lo público, en la medida en que tiene origen en los territorios, cuyas dinámicas son ocultadas y visibilizadas en medio de las lógicas del conflicto que pernean a la sociedad en su conjunto, las iniciativas de comunicación comunitaria cobran una relevancia fundamental en la calificación y transformación del conflicto social, político, cultural y ambiental con expresiones armadas que vive el país.

A partir de la discusión que hemos recogido en el proceso de acompañamiento de diversas iniciativas de construcción de política pública en las regiones, y de la estructuración de las Mesa de Conflicto y Política Pública hacia la Paz que Planeta Paz ha venido impulsando en las regiones, hemos recogido algunos planteamientos que pueden servir como insumo para la reflexión que hoy nos reúne en este seminario.

- El análisis de los campos de conflicto territorializados en donde tienen lugar una diversidad de relaciones que implican lo comunicativo. La particularidad de los medios comunitarios es precisamente la de generar unas dinámicas atendiendo a unos territorios en donde los conflictos tienen lugar con sus manifestaciones específicas. Es allí donde la comunicación comunitaria puede trabajar hacia la cualificación o transformación de esos conflictos.

- En una sociedad en la que la violencia hace parte de las relaciones sociales, la comunicación es una dimensión en la que operan lógicas de violencia simbólica pero al mismo tiempo se posibilitan procesos de construcción o reconstrucción simbólica de los horizontes éticos y políticos para la sociedad. La comunicación comunitaria puede hacer un enorme aporte a la paz a través de la desestructuración de las violencias simbólicas que alimentan los conflictos: las violencias contra las mujeres, lesbianas, gais, transgeneristas, los y las desplazadas, sindicatos, organizaciones sociales populares, partidos, movimientos y organizaciones políticas.

- En consecuencia, la comunicación se constituye en una dimensión de trabajo fundamental en la conformación de públicos diversos en los territorios, que expresen las contradicciones, las discusiones, las diferencias y los acuerdos existentes alrededor de problemáticas locales y regionales que se relacionan con la reproducción del conflicto en sus diferentes aspectos sociales, económicos, culturales y ambientales. El horizonte de sentido de la comunicación comunitaria está estrechamente ligado a la reconstrucción de esos espacios públicos en donde se escenifican las realidades que no tienen lugar en la comunicación masiva.

- El fortalecimiento de la comunicación comunitaria tiene un reto en la cualificación de los procesos de construcción de lo público. Cuando los medios comunitarios obedecen a lógicas particularistas, individualizadas, a intereses puramente comerciales, esa perspectiva de fortalecimiento de lo público se desvanece. Es el caso de lo que sucede con ciertas licencias de operación de radios comunitarias que se le asignan frecuencias de radio siendo usadas para beneficio privado.

- En esa medida, la construcción de lo público pasa necesariamente por un cuestionamiento de sus relaciones con los ámbitos de lo privado. En la comunicación esto nos lleva hacia el reconocimiento de las relaciones sociales que tejen lo comunicativo y que están ligadas a la vida cotidiana de las personas, sus visiones, sus sueños y la forma como comprenden y van forjando cotidianamente el territorio en todas sus dimensiones. Lejos de distanciarnos de “lo político”, este acercamiento a lo cotidiano nos permite darnos un lugar en la construcción de alternativas hacia la paz autónomas y viables.

- Para cualificar los procesos de construcción de lo público desde la comunicación comunitaria en los contextos territoriales se hace necesario hacer un mapa de la pluralidad de escenarios, formas y lenguajes con los que las comunidades viabilizan sus prácticas y discursos sobre determinados conflictos: los lugares de encuentro en que las personas problematizan lo que les inquieta, las formas en que se llega a determinados actores, los lenguajes que visibilizan y los que excluyen. En la medida en que la comunicación pasa por este tejido de relaciones, vale la pena que la comunicación comunitaria se apoye en es ellas.

- Otro punto que se presenta como importante para la agenda de quienes trabajan en comunicación es la visibilización de las organizaciones y procesos sociales populares que con muchas dificultades intentan posicionar en los medios masivos sus agendas con pocos resultados, la mayoría de las veces y por diversas razones históricas y también coyunturales. Esa visibilización no es un problema de propaganda, sino de legitimación de la existencia de una pluralidad de perspectivas que esas organizaciones tratan de posicionar en un campo de conflicto específico.

- En la misma medida en que la comunicación comunitaria ofrece un escenario para la reconstrucción de referentes éticos y políticos hacia la paz, se hace necesario apostar por la visibilización de las víctimas del conflicto desde sus propias voces, el reconocimiento de su presencia en los territorios, de sus problemáticas y de sus agendas reivindicativas.

Opinión Pública y la salida negociada al conflicto: una disputa por el sentido de la reconstrucción ética y política del país

Astrid Carolina Cañas Cortés
Politóloga. Profesora de Opinión Pública.

Hipótesis:
Los procesos comunicativos inherentes a la opinión pública en Colombia se caracterizan por una dinámica de inclusión y exclusión sistemática de determinados referentes éticos y políticos respecto a la posibilidad de una salida negociada al conflicto social y político armado.

Objetivos:
- Caracterizar la disputa por la legitimidad de diversas versiones sobre la posibilidad de una salida negociada al conflicto social y político armado, tomando como eje del análisis las estrategias comunicativas de los principales actores sociales y políticos que se han visibilizado u ocultado en este debate.

Planteamiento del problema:
Durante los últimos años la discusión pública acerca de las perspectivas de resolución negociada del conflicto armado ha sido el eje de la disputa política por parte de diversos actores sociales y políticos en el país. La legitimidad de ciertas interpretaciones acerca de la pertinencia de encaminar las acciones de política pública hacia la definición de estrategias gubernamentales para la paz, así como el horizonte propiamente dicho de la negociación del conflicto, se ha constituido en un elemento de confrontación que ha implicado una dinámica de disputa por el sentido de una posible reconstrucción ética y política de Colombia.

Los actores sociales y políticos que intervienen en dicha confrontación habilitan escenarios para la visibilización de esta disputa, estableciendo sus estrategias de acción y encaminando sus dinámicas de incidencia hacia el posicionamiento de sus visiones en la opinión pública. La comunicación aparece como una dimensión constitutiva de la acción de dichos actores, que no pueden prescindir de activar procesos de transformación simbólica de las relaciones de poder en la medida en que avanzan en el despliegue de sus estrategias políticas.

La pregunta por el papel de los procesos comunicativos en la definición de los regímenes simbólicos societales de inclusión y exclusión implica hacer una valoración de los escenarios que estos habilitan para la discusión pública pero también de los mecanismos de supresión y cancelación de ciertas voces que ponen en juego cuestionamientos hacia los principios éticos y políticos de las alternativas en pugna. En esa medida, esta reflexión se propone indagar por los mecanismos mediante los cuales se desarrolla esta dinámica, con el fin de enriquecer la discusión sobre el papel de la comunicación y sus agentes y actores en una sociedad en conflicto, mecanismos que pasan por la estructuración de estrategias comunicativas que tejen en lo concreto esa especialidad social a la que denominamos “opinión pública”, en la cual hay una dinámica permanente de superposición de versiones públicas sobre el conflicto, se constituyen hegemonías parciales, a la vez que se cuestionan permanentemente el sustrato de legitimidad pública de determinadas visiones sobre el deber ser de la sociedad colombiana.

Es allí, en la constitución de esa especialidad social en donde encontramos que los procesos históricos de configuración de los regímenes simbólicos de exclusión e inclusión afectan el desarrollo de ese principio de publicidad que sustenta como principio la comprensión de lo público desde la perspectiva de la teoría liberal de la democracia. La comunicación dinamiza en buena medida la transformación de esos regimenes simbólicos, a la vez que pone en cuestión permanentemente el referente ideal normativo de la publicidad en la esfera pública.


La comunicación en la constitución de lo público

Los debates contemporáneos sobre la democracia nos señalan una ruta que coincide en alguna medida con el propósito de esta investigación y nos ayudan a ubicar la comunicación como dimensión de las prácticas sociales que constituyen lo público. La preeminencia de los actores sociales colectivos en la construcción de lo público, apunta a señalar que la democracia es una construcción activa y permanente que tiene lugar en las dinámicas concretas de esos actores, y más allá, en las dimensiones intersubjetivas de los seres humanos, hombres y mujeres. En otras palabras, y de acuerdo con lo que algunos de estos debates nos ayudan a ver, la democracia no es una dimensión abstracta, normativa, que se consigna en las constituciones y en las leyes, sino que es un tejido de relaciones intersubjetivas que constituyen dinámicas estructurales e interactúan con ellas.

En América Latina el debate sobre democracia giró durante varias décadas alrededor del momento históricamente paradigmático de la transición post-dictaduras, enfatizando el peso de las transformaciones institucionales de la vida pública, de manera que el establecimiento de constituciones democráticas, la institucionalización de funciones de control y vigilancia de la gestión, y sobretodo la habilitación de mecanismos participativos para la toma de decisiones, se convirtieron en la constatación misma del advenimiento de un nuevo contexto democrático
[1]. Sin embargo, paralelamente a lo anterior también en nuestro continente, una profusa producción académica sobre movimientos y actores sociales ha permitido dar el giro hacia la democracia como construcción en las prácticas sociales, que tienen una diversidad de comprensiones a la hora de encaminar rutas hacia la definición de horizontes de sentido: la identidad de la enorme diversidad de pueblos indígenas que habitan estos territorios, la emergencia de nuevas identidades de género y orientaciones sexuales que cuestionan la democracia formal, los movimientos de mujeres que construyen sus derechos en las dimensiones locales cercanas a esas dimensiones que siempre se excluyeron como parte del dominio de lo doméstico, etcétera.

De esta manera, el estudio de la opinión pública en América Latina, nos lleva necesariamente a un replanteamiento de lo que entendemos como democracia, y a una revaluación profunda del papel de los actores sociales colectivos en dicho proceso. Es en el marco de este debate en el que la comunicación cobra una importancia no solo desde el ideal normativo de la democracia, sino como práctica concreta que habilita espacialidades de discusión, de emergencia de la pluralidad, de resignificación de las conflictividades sociales, espacialidades que se gestan desde lo local, regional y global.
Por esta vía, se abre un enorme campo de análisis para la comunicación, que amplía el universo de posibilidades investigativas a la vez que brinda la posibilidad de explorar campos de acción heterogéneos. En la medida en que las prácticas sociales se convierten en una perspectiva para analizar la construcción de lo público, la comunicación toma forma como dimensión de esas prácticas, no escindible y de alguna manera tampoco prescindible en análisis de las relaciones sociales, sino como parte activa de lo que hacen las organizaciones sociales, los partidos políticos, las instituciones, las burocracias mediáticas, etc.

En este terreno, encontramos que la diversidad de actores que emprenden su acción en contextos específicos, y que obedece a diversas lógicas, desarrollan estrategias comunicativas para darle forma a sus intereses, su identidad y su horizonte de sentido sobre la sociedad, constituyéndose estas en el sustrato concreto de la opinión pública, que por ende expresa la dinámica de relaciones de poder simbólico entre dichos actores. Sin embargo, las correlaciones de poder simbólico que entre ellos de tejen, tienen una trayectoria que está intrínsecamente amarrada a la habilitación de espacialidades sociales diversas a lo largo de la historia de una sociedad. Como Mattelart nos permite comprender, la comunicación emerge de una pluralidad de interacciones entre lógicas de desarrollo económico, organización política, emergencia de las culturas, encuentro con desarrollos tecnológicos, interacciones en contextos socio-ambientales específicos, que le dan forma a la comunicación que una determinada sociedad merece
[2]. Desde lo que Mattelat nos aporta para efectos de nuestro propósito, la constitución de lo público debe remitirnos necesariamente este tejido discontinuo de lógicas evidencia en la trayectoria histórica de la comunicación en una sociedad, proceso que él analiza en profundidad para el caso Europeo.

Las estrategias de comunicación, retomando el sentido de la hipótesis de este trabajo, nos llevan al campo de la disputa simbólica por la legitimidad, lo cual implica que rastrear las definiciones, los momentos, las pausas en la lógica de acción de estos actores en un determinado campo de disputa sea un reto metodológico. Para el caso que nos interesa, el campo de discusión pública sobre la salida negociada al conflicto social y político armado en Colombia, ofrece una riqueza enorme tanto por la validez de asumir la responsabilidad que nos cabe frente a al mismo, como por ser este un campo de exploración teórico y metodológico que nos mete de lleno en el pensamiento transdisciplinario.

[1] Brunner, José Joaquín. Globalización cultural y posmodernidad. México, Santiago de Chile. Fondo de Cultura Económica. 1998.
[2] Mattelart, Armand. La invención de la comunicación. Barcelona. Éditions La Découverte. 1994.

lunes, 25 de febrero de 2008

INDUSTRIA EDITORIAL Y PRÁCTICAS DE LECTURA EN FORMATOS DIGITALES

[1]

Por: Elkin Rubiano
Sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia y magíster en comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana. Actualmente es profesor asociado de tiempo completo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Imparte los seminarios de teoría estética y arte y sociedad.


Teniendo en cuenta que cada vez más el libro y la lectura se convierten en un asunto de de interés público no es extraño encontrarse con frases como “un país que vaya a alguna parte debe leer mucho más de lo que leemos los colombianos”
[2], o incluso con ideas de cómo el libro “puede llegar a convertirse en un instrumento de paz”[3]. Aunque todos estemos de acuerdo con el propósito de incentivar la lectura, normalmente el problema de la lectura y el libro se nos presenta como algo evidente. La ecuación sería sencilla: lectura=cultura, lectura=conocimiento, lectura=desarrollo. Estos supuestos se circunscriben de modo general a la idea de la cultura entendida como un recurso económico, social y político (Yúdice, 2002). Es decir, en la ecuación señalada estas tres variables se cruzan. De modo que si bien es cierto que la promoción de la lectura se fundamenta en los más nobles propósitos (“culturizar”, formar ciudadanía e incluso pacificar), también lo es que se fundamenta en indicadores estadísticos (cuántos libros se lee al año, cuánto aporta la industria editorial al PIB, cuántos empleos se generan en esta industria, etc.). Con frecuencia esta relación se deja de lado bajo los supuestos del gran valor que el libro y la lectura tienen en sí mismos sin poner en consideración tanto las transformaciones de la industria editorial como de las prácticas de lectura. El propósito de este texto es poner en evidencia esas relaciones.

Digitalización y marketing: industria y prácticas en transformación
En primer lugar debe señalarse que la industria editorial ha pasado de la “edición artesanal” a la “edición industrial o de mercado”. La primera suponía unos conocimientos que podían recogerse en unos pocos principios: conocimientos técnicos (cómo editarse), conocimiento especializado (qué debe editarse), “olfato” (a quién editar y bajo qué condiciones) y, por último, el “buen gusto” del editor según el canon. Sin embargo el tránsito a la segunda modalidad de edición supone la adquisición de otros principios en la labor editorial: el “conocimiento del mercado, de los lectores y los mecanismos para llegar a éstos de la manera más eficaz posible” (Satizábal y Esteves, 2002, 13). Estos cambios exigen un análisis del mercado editorial y del público lector así como una diversificación de los contenidos que llegue con igual eficacia tanto al lector masivo como al lector experto, de ahí que la distribución y comercialización sean fundamentales dentro de toda la cadena productiva. El proceso de creación, en otros tiempos exclusividad del autor-autorizado, del genio creador, se extiende hacia lo que podría denominarse proveedores de contenido creativo.

Los cambios entre una y otra modalidad de edición (de la artesanal a la industrial) van acompañados de cambios tecnológicos: de lo analógico (el libro) a lo digital (la pantalla y la red). No quiere decir esto que el soporte digital desplace al analógico pues ambos cumplen, básicamente, las mismas funciones: “soporte de información, medio de entretenimiento y herramienta de conocimiento” (Katz, 2002: 21). Lo que debe tenerse en cuenta es que dependiendo de la función, uno u otro soporte se desempeña de mejor manera (Tabla 1). La información ha demostrado ser más eficiente cuando se fija en soportes digitales: debido al volumen, la velocidad, los costos de la utilización y el acceso simultáneo en tiempo real han demostrado que cuando se trata de enciclopedias, diccionarios y bases de datos, lo digital parece ser la mejor opción. En el caso del entretenimiento
[4], específicamente la literatura, el libro impreso (analógico) sigue siendo para el lector la mejor alternativa: debido a cuestiones ergonómicas el libro es algo que puede leerse en diversas circunstancias y en cualquier lugar. Es decir, leer un libro de poemas sentado en un parque es algo que aún no reemplaza la pantalla por cuestiones de comodidad (en cualquier parte), legibilidad (la pantalla aún no resuelve de manera eficiente los reflejos de luz) y económicas (el portátil o el e-book resultan costosos y requieren de fuente de energía). Un caso diferente es el del conocimiento, pues el soporte analógico o digital depende del contenido: en cuanto al conocimiento de vanguardia la novedad deber ser divulgada inmediatamente “tanto para garantizar la paternidad de la nueva idea o del nuevo descubrimiento como para permitir que quienes esperan esos resultados para avanzar en sus propios trabajos dispongan de ellos lo antes posible (…), las revistas científicas de punta ya no se imprimen en papel, sino que distribuyen a través de Internet a un número reducido de suscriptores -habitualmente institucionales- debido a la alta especialización de tal conocimiento” (Katz, 2002: 24). Mientras que el conocimiento de tipo ensayístico para un público lector más extendido preferentemente se fija en el soporte analógico.

En este punto resulta bastante curioso que algunas publicaciones universitarias que tienen por lo general un ciclo de vida corto y cuya compilación resulta voluminosa –suma de breves textos como conferencias, ponencias y participaciones-, se sigan realizando en papel: memorias de seminarios, congresos, documentos de trabajo deberían, por cuestiones de costos y distribución, publicarse en soportes digitales. Aquí tal vez estemos en presencia de lo que podríamos llamar un amor incondicional al libro; un tipo de amor que termina fetichizando el objeto libro como soporte legítimo del conocimiento y de la herencia cultural. En nuestro contexto, por ejemplo, aún tiene mayor valoración social publicar un libro, independientemente de la editorial, que publicar un artículo en una revista indexada, y poca o ninguna valoración publicar en soportes digitales. Este es, sin duda, un rezago intelectualizado que aún no legitima ni los nuevos soportes ni las nuevas formas de escritura hipertextual.


Pasemos ahora a las prácticas de lectura. Petrucci (1998) brinda al respecto unas pistas interesantes al hablar de la “lectura de zapping” que, al igual que el zapping televisivo, supone la fragmentación y la simultaneidad. Pero esto, desde luego, no es una práctica unida necesariamente a las nuevas tecnologías, pues la apropiación que hacen los lectores del texto analógico parece hacerse de ese modo actualmente: no la lectura del libro entero sino capítulos específicos. Práctica que se pone en evidencia, por ejemplo, en el trabajo intelectual cuando en el escritorio se acumulan volúmenes de libros que se consultan a la vez, y de manera fragmentaria, para escribir un artículo. O en el caso de los estudiantes cuyos profesores dejan lecturas fragmentarias muchas veces sin la referencia de origen, práctica que se ha ritualizado en la reproducción xerográfica y que Carlos Monsiváis ha recogido en la precisa expresión el “grado xerox de la lectura”.

Ahora bien, las prácticas de lectura fragmentarias y discontinuas, simultáneas y veloces, se arraigan con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Beatriz Sarlo (2006) señala que “Quienes leen muy velozmente habrán encontrado en Internet la pista de deslizamiento ideal”, y continúa la ensayista de manera desconsolada pero tal vez con acierto: “Se tiene la impresión, sostenida por los efectos técnicos, de que lo mejor siempre está por delante, como si la sucesión de pantallas construyeran un suspenso que no va a resolverse nunca.” Para mostrar la cara opuesta y dar una idea del debate alrededor de la relación entre nuevas tecnologías y prácticas de lectura, presentemos una idea recurrente de Martín-Barbero (2000) al respecto: “Hoy, una gran parte de los saberes y quizá de los más importantes y socialmente valiosos, no pasan ya por la escuela ni le piden permiso a la escuela para circular por la sociedad. Un proceso que no había tenido casi cambio desde la invención de la imprenta sufre una mutación de fondo con la aparición del texto electrónico”. Debe decirse que entre una y otra opción argumental hay una gran laguna empírica que necesariamente debe cubrirse mediante investigaciones sobre educación, prácticas de lectura y nuevas tecnologías, que aún están por realizarse.


Prácticas de lectura: de la centralidad del libro al descentramiento del texto electrónico
¿Por qué es indispensable conocer las prácticas de lectura? Básicamente porque esas prácticas se han ido transformando con el tiempo y esas transformaciones parecen ir más rápido que el resto de la cadena productiva. En otras palabras, la producción, distribución y comercialización se han ido ajustando muy lentamente a las demandas del lector. Debe señalarse que sobre las prácticas de lectura aún se conoce muy poco en nuestro contexto y la información que tiende a recolectarse se concentra, por ejemplo, más que en las prácticas de la lectura en el número de lecturas realizadas por una persona, medido mediante el indicador del libro: “¿cuántos libros lee usted al año?” Este tipo de información, aunque clave, reduce la noción de lectura y deja lagunas a la hora de hacer políticas para el fomento de la lectura -en el caso de la administración pública-, o de diseñar estrategias de mercadeo -en el caso de la industria editorial.

En Colombia la indagación sobre los hábitos de lectura se ha hecho mediante una metodología preferentemente cuantitativa, es decir, la categoría “lector” se ha construido en función de la cantidad y la naturaleza de los libros leídos al año. Frente a este tipo de construcción metodológica cabe acogerse al siguiente comentario: “lo que determina la cualidad de un lector en tanto tal, no es sólo qué lee o cuánto lee, sino la manera en que capitaliza la lectura en su vida social, afectiva, política o laboral, cómo y porqué se llega a la lectura, qué o quiénes influyen en ella, cómo se socializa” (Bahloul, 2002: 8). Sin embargo debe decirse que en la Encuesta Nacional de Hogares 2000 y 2005 realizada por el DANE (Fundalectura, 2001 y 2006) se recogió una información valiosa que, independientemente del sesgo que acabamos de mencionar, se convierte en un buen punto de partida para realizar investigaciones más detalladas. Veamos algunos resultados puntuales:
Comparativamente llama la atención que entre 2000 y 2005 se dan algunos cambios significativos en cuanto a los soportes, pues mientras disminuye el consumo de libros, de 48.2% al 40.7%, aumenta la lectura en Internet, de 4.9% a 11.8%. Estos datos indican que Internet, antes que enemigo pedagógico, es una herramienta que debe instalarse en los procesos de aprendizaje, pero entendiendo el asunto no sólo desde el problema de la conectividad sino primordialmente desde el problema de las prácticas de estudio, aprendizaje y nuevas modalidades de lecto-escritura. Debe tenerse en cuenta, en contra de los supuestos de Internet como enemigo de la lectura, que justamente las personas que aumentaron el consumo de lectura en Internet son los que a su vez declararon leer más libros, asistir frecuentemente a bibliotecas y tener más libros en casa.

Los soportes electrónicos transforman la producción, transmisión y recepción de lo escrito, es decir, no sólo es un cambio tecnológico sino un cambio tanto en la industria editorial como en las prácticas de lectura. Específicamente la lectura en soportes digitales se estructura del siguiente modo: velocidad (acceso en tiempo real), fragmentación (leer, escribir, escuchar y ver distintos contenidos al mismo tiempo –multitasking), exceso (una infinita cantidad de información a un clic de distancia) y la posibilidad de que el lector manipule los textos (construcción de índices, moverlo, copiarlo, subrayarlo) con consecuencias antagónicas: tanto la posibilidad de convertirse en autor como la de convertirse en plagiario:

El lector se convierte en uno de los actores de una escritura a varias manos o, al menos, se halla en posición de constituir un texto nuevo a partir de fragmentos libremente recortados y ensamblados. (…) puede en todo momento intervenir en los textos, modificarlos, reescribirlos, hacerlos suyos. A partir de esta circunstancia se comprende que tal posibilidad pone en tela de juicio y en peligro nuestras categorías para describir las obras, referidas desde el siglo XVIII a un acto creador individual, singular y original, y que fundan el derecho en materia de propiedad de un autor sobre una obra original, producida por su genio creador (la primera vez que se usó el término fue en 1701) se ajusta muy mal al mundo de los textos electrónicos (Chartier, 1996)

Ahora bien, la lectura en soportes electrónicos, que está estrechamente ligada a nuevas modalidades de escritura, aún no se ha legitimado ni en el ámbito académico ni en las mediciones que se hacen del consumo de lectura. Es más, numerosas investigaciones indican que al momento de recolectar la información, las personas encuestadas no hablan de todas sus lecturas pues una especie de autocensura hace que eliminen numerosas modalidades: electrónicas, xerográficas, informativas, de entretenimiento, etc. De otro lado, en el ámbito académico las modalidades electrónicas no hacen parte de los procesos de enseñanza, lo que resulta problemático:

Los maestros y los alumnos están en internet, las escuelas tienen internet, pero el sistema escolar no está en internet. El sistema educativo en términos de procesamiento de contenidos, de estructura pedagógica, de gestión de las escuelas, está estructurado en una forma que para introducir ese cambio tecnológico y social a la vez hay que cambiar la organización de la escuela y los currículos, hay que sacar internet del aula de informática (además cerrada con llave) y ponerla en los currículos de todas las materias. Hay que cambiar la pedagogía. Porque no es que los maestros con internet tengan miedo de perder el poder, es que no saben cómo enseñar con internet, nadie se los ha explicado (Castells, 2007)

Tenemos entonces que los procesos de enseñanza que buscan formar en competencias específicas, las políticas públicas y privadas que buscan fomentar la lectura y el mercado editorial que busca ofertar eficientemente deben hacer un tránsito hacia las nuevas modalidades de lectura en soportes digitales. Resulta extraña, por ejemplo, la centralidad del libro en los programas de fomento a la lectura y en las prácticas pedagógicas; la industria editorial, por el contrario, ha empezado a hacer el tránsito con la edición multimedia y la publicación on line.

El tránsito del que hablamos no es una consigna de tipo tecnofílico sino una necesidad. Pensemos, por ejemplo, en las bases de datos especializadas que hoy adquieren las universidades pero que tienen muy poco o ningún uso. Allí hay, evidentemente, problemas pedagógicos. Si bien los jóvenes son expertos en el uso de las tecnologías de la información y la comunicación no resulta evidente aún que esa experticia converja con los procesos de aprendizaje académicos. Más que la conectividad, que va en ascenso, es necesario que la red y la pantalla se fundamenten en prácticas pedagógicas. Es decir, no basta con que la escuela tenga computadores conectados a la red o que el televisor, como aparato, se lleve al aula de clase, como típicamente se ha entendido la relación entre escuela y tecnología. Si vivimos en la sociedad de la información es necesario que los jóvenes aprendan a navegar en ella: discriminar, distanciarse, criticar, encontrar lo pertinente en el infinito mar de datos son competencias que aún no se adquieren. La convergencia tecnológica y la convergencia de contenidos no coinciden con el uso cualificado de esos contenidos y esas tecnologías. En contextos académicos la búsqueda de información cualificada es desplazada por el azar, las bases de datos especializadas desplazadas por Google. Si los soportes digitales transforman las prácticas de lectura y escritura, la enseñanza académica debe esforzarse en hacer el tránsito hacia una pedagogía que piense en y con las tecnologías de la información y la comunicación.


BIBLIOGRAFÍA
- Bahloul, Joëlle (2002) Lecturas precarias. Estudio sociológico sobre los “poco lectores”, México: F.C.E.
- Castells, Manuel (2007) “Es fundamental saber qué es lo que está pasando en la mente de nuestros niños hoy”, en
http://weblog.educ.ar/educacion-tics/cuerpoentrevista.php?idEntrev=183 (Recuperado: 06.08.07)
- CERLALC (2006) El espacio iberoamericano del libro, Madrid: CERLALC/Federación De Gremios De Editores De España.
---------------- (2002) El libro y la edición. Hacia una agenda de políticas públicas, Bogotá: CERLALC/UNESCO.
- Chartier, Roger (1996) “Del códice a la pantalla: trayectorias de los escrito”, en Revista Quimer N’ 50.
- Fidanza, Eduardo (2002) “¿Quién es el lector?” en El mundo de la edición de libros, L. Satizábal y E. Fros (Comp.), Buenos Aires: Paidós, pp. 231-263.
- Fundalectura (2006) Hábitos de lectura (Asistencia a bibliotecas y consumo de libros en Colombia), Bogotá, CERLALC, Cámara Colombiana del Libro, Instituto Distrital de Cultura y Turismo.
------------------- (2001) Hábitos de lectura y consumo de libros en Colombia, Bogotá: Ministerio de Cultura, Ministerios de Educación, DANE, CERLALC, Cámara Colombiana del Libro.
- Gómez-Escalonilla, Gloria (2003) “Libro y entorno digital: un encuentro de futuro” en Hacia un nuevo sistema mundial de comunicación. Las industrias culturales en la era digital, E. Bustamante (coord.), Barcelona: Gedisa, pp. 39-56.
- Katz, Alejandro (2002) “¿Qué es el libro hoy?” en El mundo de la edición de libros, L. Satizábal y E. Fros (Comp.), Buenos Aires: Paidós, pp. 14-32.
- Martín-Barbero, Jesús (2000) “Ensanchando territorios en Comunicación/Educación”, en Comunicación-Educación: coordenadas, abordajes y travesías, Bogotá: Universidad Central-DIUC.
- Ministerio de Cultura de Colombia (2003) Impacto económico de las industrias culturales en Colombia, Ministerio de Cultura de Colombia/ Equipo Central de Economía y Cultura del Convenio Andrés Bello, Bogotá: Convenio Andrés Bello
- Petrucci, Armando (1998) “Leer por leer: un porvenir de la lectura” en Historia de la lectura en el mundo occidental, G. Cavallo y R. Chartier (coord.), Madrid: Taurus.
- Reina, Mauricio; Gamboa, Cristina y Guerra, María Lucía (2003) “La cultura en las negociaciones comerciales regionales” en Entre la realidad y los sueños. La cultura en los tratados de libre comercio y el ALCA, G. Rey (Coord.), Bogotá: Convenio Andrés Bello, pp 7-52.
- Rey, Germán (2005) “La Cultura en los Tratados de Libre Comercio y el Alca. Diez respuestas sencillas sobre diez asuntos complejos” en Temas no comerciales en la negociación comercial entre Colombia y Estados Unidos, J. C. Ramírez (Ed.), Bogotá: Naciones Unidas, CEPAL y Friedrich Ebert Stiftung en Colombia, pp. 31.40.
- Sagastizábal, Leandro de y Esteves Fros Fernando (compiladores) (2002) El mundo de la edición de libros, Buenos Aires: Paidós.
- Sarlo, Beatriz (2006) “Surfear, leer o navegar” en El Clarín de Buenos Aires, 23-04-06, en:
http://www.clarin.com.ar
- Uribe Schroeder, Richard y Cifuentes Gómez, Diana (2007) Percepción sobre el clima editorial empresarial en el 2006 y tendencias a corto plazo, CERLALC/UNESCO.
- Yúdice, George (2002), El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global, Barcelona, Gedisa.

Notas
[1] Este texto se presentó en el XV ciclo de conferencias del Departamento de Humanidades titulado “Los días y las dudas: cuerpo, palabra y recorrido”, Bogotá, Universidad Jorge Tadeo Lozano, agosto 15 de 2007.
[2] El Malpensante, Nº 77, marzo 16 - abril 30, Bogotá, 2007, pág. 10.
[3] En el marco de la celebración de “Bogotá Capital Mundial del Libro” el título que se le dio a la conversación entre la escritora colombiana Laura Restrepo y el Nobel José Saramago fue “El libro como instrumento de paz”. Aunque en el mismo título de la conversación se daba por evidente una idea, es necesario señalar algunas reticencias del Nobel: “El libro, tomado como símbolo, puede contribuir. Pero tengo algunas dudas sobre esa afirmación tan rotunda”, entrevista realizada por El Tiempo, Bogotá, Julio 9 de 2007.
[4] No interesa aquí entrar en la discusión si a la llamada literatura culta puede endilgársele la etiqueta de “entretenimiento”. Para nuestros propósitos tanto en el best-seller como en la literatura culta se puede encontrar una experiencia estética unida a la lectura: goce, identificación, etc.Elkin Rubiano