domingo, 9 de marzo de 2008

Los medios comunitarios en la construcción de lo público

Astrid Carolina Cañas C.
Asesora - Proyecto Planeta Paz


La comunicación y la construcción de lo público

El trabajo que hemos venido realizando durante los últimos años como equipo de comunicación en Planeta Paz nos ha llevado a asumir la discusión acerca de la relación de la comunicación con los actores sociales populares y el papel estos realizan en la construcción de lo público, en la medida en que nuestro propósito ha sido acompañar los procesos populares en la construcción de propuestas de política pública hacia la paz en Colombia.

En un contexto en el cual el ejercicio de la violencia simbólica ha sido permanente en las dinámicas de construcción de la vida pública y se ha constituido en una poderosa manera de anular la identidad, los horizontes de sentido y los intereses de los sectores populares, creemos en la importancia estratégica de propiciar los escenarios que se requieran para hacer una reflexión colectiva sobre el carácter de la comunicación en las prácticas sociales populares que nos ayude a comprenderlas, con el propósito de hacer un aporte al fortalecimiento de una comunicación enraizada en los procesos populares.

En este trayecto, nos hemos acercado a varios debates que de alguna manera constituyen un referente en lo que se refiere al cuestionamiento del horizonte de la comunicación como una dimensión de posibilidades concretas para la construcción de unos nuevos referentes éticos y políticos para el país.

Las referencias clásicas a la construcción de lo público y la comunicación

La discusión contemporánea sobre lo público nos lleva hacernos preguntas acerca de cómo redefinir el lugar de lo comunicativo en la construcción de lo público en la sociedad.

En ese sentido, las perspectivas clásicas del análisis de lo público, y específicamente las que provienen de la teoría liberal de la democracia, tendieron a idealizar el rol de los medios de comunicación en la medida en que le otorgaron al debate público y racional una enorme importancia en la construcción de la democracia. La realización de este ideal se apoyaba en una concepción según los medios de comunicación debían servir como plataforma para la emergencia en la esfera pública de la pluralidad de posiciones existentes en la sociedad civil, además de su papel fundamental en el control y limitación del poder del Estado. Sin embargo, y esta ha sido una de las principales críticas a esta concepción, al considerar a los medios de esta forma no tuvieron en cuenta el peso determinante de las complejas y dinámicas relaciones de poder que constituyen lo público y que se revelan en las ambiguas expresiones de la visibilidad y invisibilidad mediática. En gran medida esta concepción sigue haciendo parte de los lugares comunes acerca del papel de los medios y ha dificultado la comprensión de su lugar en los procesos políticos en tanto refiere el análisis de los medios a los referentes normativos del liberalismo.

¿Qué queda aún del papel que el liberalismo le asignaba a los medios masivos de comunicación? Muy seguramente quedan rastros del ideal liberal en los programas de formación de los comunicadores sociales y periodistas en donde aún se consideran paradigmáticos los referentes éticos y el deber ser social del periodista heroico de la gloriosa era liberal europea. En la práctica, la tendencia a poner el énfasis en el ideal de realización de los valores y libertades del ideario liberal por la vía de la comunicación, no permite contemplar las múltiples estrategias de poder que se juegan en la dinámica de visibilización e invisibilización de determinados asuntos de carácter público. Y sin embargo, la discusión sobre el papel de la comunicación en la emergencia de espacios para la expresión de la pluralidad en la esfera pública continúa siendo objeto de diversas interpretaciones en la medida en que la que diversas teorías y los mismos movimientos sociales han encontrado en esta reflexión un campo de disputa estratégico para sus luchas.

Pero por otro lado, ¿qué queda del viejo paradigma de los medios como reproductores de la dominación? Cabe decir que, en su momento, este enfoque permitió evidenciar que los medios de comunicación masivos tienen una estrecha relación con el poder, y también le permitió a la crítica posterior preguntarse por la supuesta pasividad de las audiencias frente a la dinámica de la dominación. Y aunque los límites analíticos de esta perspectiva han sido expuestos exhaustivamente durante décadas (a veces con cierta saña por parte de quienes en otro momento fueron sus promotores), la necesidad de pensar en esas relaciones entre capital, poder, audiencias y medios de comunicación continúa siendo vigente. Cualificar el análisis de esas relaciones para intentar desarticularlas sigue siendo una indiscutible prioridad no sólo en la teoría sino también en la práctica social de quienes hacen comunicación. En dirección hacia nuestra reflexión sobre lo público, no perder de vista las relaciones de poder que se encuentran profundamente mediadas por las lógicas instrumentales del mercado hacia la construcción de consumos e identidades culturales que operan de acuerdo a las nuevas territorialidades emergentes de la globalización, es sin duda un campo a explorar.

En la práctica tanto el ideal liberal de los medios como las teorías marxistas en la comunicación han sido profundamente cuestionadas. Los medios de comunicación se han revelado como dispositivos complejos de relaciones en donde se alternan simultáneamente prácticas de exclusión e inclusión, de opresión de ciertos intereses e identidades pero a veces también de visibilización de fuerzas sociales en proceso de emergencia. La idea de un rol preestablecido de los medios, bien sea como herramientas de la dominación, o como de adalides de la democracia, han sido ambas objeto de múltiples cuestionamientos que en buena parte nos han permitido comprender que el sustrato de esa producción simbólica en las sociedades se remite al ámbito de la cultura y de las prácticas sociales. Frente a esto las reflexiones críticas han sido diversas y muy enriquecedoras, como es el caso de los aportes que la denominada “comunicación-cultura” ha hecho a los estudios de comunicación y a otros campos de las ciencias sociales, principalmente en lo que se refiere al reconocimiento de los múltiples contextos culturales de producción de la comunicación y el consiguiente encuentro con los actores sociales que la producen en la cotidianidad.

La construcción de lo público se encuentra mediada por relaciones de poder que son complejas y nos remiten al campo de la comunicación y la cultura: involucran esos imaginarios del deber ser liberal con prácticas que distan de ese horizonte de realización democrática que se les atribuía, ejercicios de dominación y opresión en donde la violencia simbólica opera en múltiples direcciones, procesos de construcción de acuerdos parciales frente a asuntos considerados como socialmente problemáticos, etc. Allí donde se encuentran estas dinámicas es donde a la vez tienen lugar las prácticas sociales colectivas que les dan forma produciendo la comunicación. Ese es el terreno sobre el cual intentamos hoy encontrar alternativas.

Comunicación y campos de conflicto

La comunicación es entonces una dimensión de las relaciones sociales concretas, que tiene lugar en las prácticas colectivas y también en las individuales. Está presente en las relaciones inter-subjetivas y en aquellas que los actores sociales colectivos construyen internamente y hacia otros: en la definición de sus horizontes de sentido, de su identidad, de su visión de la sociedad, en sus relaciones de articulación o de oposición hacia otros, así como en sus prácticas de resistencia. Esto quiere decir que todos y todas dinamizamos en diferentes espacios de acuerdo con una diversidad de estrategias posibles lo que sentimos, pensamos y queremos de nosotros y nosotras mismas y de la sociedad.

Esta dimensión comunicativa de las prácticas sociales se dinamiza en torno a lo simbólico, lo afectivo y que evidencia diferentes formas de comprender el “deber ser” de lo social. La comunicación no es una cosa o un hecho específico, y aunque a muchos y muchas nos pueda parecer trillado repetirlo, todavía hay que lidiar permanentemente aún entre nosotros y nosotras con concepciones que cosifican la comunicación y la convierten en un asunto de aparatos y tecnologías solamente. No sobra aclararlo: cuando se remite la comunicación a los aparatos se piensa, por ejemplo, que entre más novedosa sea una tecnología mayores son las posibilidades de un ejercicio de democrático a través de ella, cuando en realidad la cualificación la participación social y política depende de la transformación de las relaciones de poder en las que estamos insertos. Un ejemplo es el caso relativamente reciente de la estrategia de participación del Plan Decenal de Educación, en la que se privilegió el uso de Internet para la realización de los debates omitiendo que la mayoría de las comunidades rurales no tienen ni acceso ni el capital cultural para utilizar esas particulares tecnologías (pero sí otras que no son tenidas en cuenta) debido a procesos históricos de exclusión que no se solucionan espontáneamente.

Ahora bien, la comunicación se encuentra referida a unos espacios sociales específicos: cada territorio nos revela la existencia de diversos campos de conflicto que son estructurados por diversos actores sociales. Podríamos citar diversos ejemplos: el conflicto alrededor de la privatización de la salud, la educación, los servicios públicos, en la lucha por las formas de uso de los recursos naturales, las disputas por el control político-electoral, etc. Cada campo de conflicto nos ofrece un escenario diferente del cual la comunicación hace parte activa tejiendo la dimensión simbólica de las prácticas que allí se manifiestan. No hay campos de conflicto social exentos de lógicas de control, manipulación, ocultamiento, visibilización, y en esa medida la comunicación asume formas distintas que cambian conforme las estrategias que los actores viabilizan frente a los conflictos que enfrentan y las posiciones que asumen.

¿Qué papel cumplen allí los medios comunitarios con relación a esas prácticas de los actores sociales populares? En este plano también ha habido muchas transformaciones en la teoría y en la práctica. Si antes se pensaba que en lo popular reside el germen de lo contra hegemónico per se, o que su vocación única era la de contestar al orden establecido, hoy sabemos también que los procesos de comunicación comunitarios son complejos, involucran identidades e intereses diversos, y que estos no se pueden analizar aislados de los territorios y los campos de conflicto que allí se estructuran, a veces en la forma de procesos contra-hegemónicos pero a veces con otras orientaciones de sentido. Lo que queremos decir es que la comunicación siempre es una dimensión cambiante, en la que se juegan permanentemente diversas estrategias, tan variadas y dinámicas como actores sociales y lógicas de acción existen en los territorios.

Comunicación y construcción de una estrategia social de paz


¿De qué manera la comunicación comunitaria puede orientarse hacia la construcción y apoyo a la construcción colectiva de una estrategia social de paz?

Siendo la comunicación una dimensión fundamental en la construcción de lo público, en la medida en que tiene origen en los territorios, cuyas dinámicas son ocultadas y visibilizadas en medio de las lógicas del conflicto que pernean a la sociedad en su conjunto, las iniciativas de comunicación comunitaria cobran una relevancia fundamental en la calificación y transformación del conflicto social, político, cultural y ambiental con expresiones armadas que vive el país.

A partir de la discusión que hemos recogido en el proceso de acompañamiento de diversas iniciativas de construcción de política pública en las regiones, y de la estructuración de las Mesa de Conflicto y Política Pública hacia la Paz que Planeta Paz ha venido impulsando en las regiones, hemos recogido algunos planteamientos que pueden servir como insumo para la reflexión que hoy nos reúne en este seminario.

- El análisis de los campos de conflicto territorializados en donde tienen lugar una diversidad de relaciones que implican lo comunicativo. La particularidad de los medios comunitarios es precisamente la de generar unas dinámicas atendiendo a unos territorios en donde los conflictos tienen lugar con sus manifestaciones específicas. Es allí donde la comunicación comunitaria puede trabajar hacia la cualificación o transformación de esos conflictos.

- En una sociedad en la que la violencia hace parte de las relaciones sociales, la comunicación es una dimensión en la que operan lógicas de violencia simbólica pero al mismo tiempo se posibilitan procesos de construcción o reconstrucción simbólica de los horizontes éticos y políticos para la sociedad. La comunicación comunitaria puede hacer un enorme aporte a la paz a través de la desestructuración de las violencias simbólicas que alimentan los conflictos: las violencias contra las mujeres, lesbianas, gais, transgeneristas, los y las desplazadas, sindicatos, organizaciones sociales populares, partidos, movimientos y organizaciones políticas.

- En consecuencia, la comunicación se constituye en una dimensión de trabajo fundamental en la conformación de públicos diversos en los territorios, que expresen las contradicciones, las discusiones, las diferencias y los acuerdos existentes alrededor de problemáticas locales y regionales que se relacionan con la reproducción del conflicto en sus diferentes aspectos sociales, económicos, culturales y ambientales. El horizonte de sentido de la comunicación comunitaria está estrechamente ligado a la reconstrucción de esos espacios públicos en donde se escenifican las realidades que no tienen lugar en la comunicación masiva.

- El fortalecimiento de la comunicación comunitaria tiene un reto en la cualificación de los procesos de construcción de lo público. Cuando los medios comunitarios obedecen a lógicas particularistas, individualizadas, a intereses puramente comerciales, esa perspectiva de fortalecimiento de lo público se desvanece. Es el caso de lo que sucede con ciertas licencias de operación de radios comunitarias que se le asignan frecuencias de radio siendo usadas para beneficio privado.

- En esa medida, la construcción de lo público pasa necesariamente por un cuestionamiento de sus relaciones con los ámbitos de lo privado. En la comunicación esto nos lleva hacia el reconocimiento de las relaciones sociales que tejen lo comunicativo y que están ligadas a la vida cotidiana de las personas, sus visiones, sus sueños y la forma como comprenden y van forjando cotidianamente el territorio en todas sus dimensiones. Lejos de distanciarnos de “lo político”, este acercamiento a lo cotidiano nos permite darnos un lugar en la construcción de alternativas hacia la paz autónomas y viables.

- Para cualificar los procesos de construcción de lo público desde la comunicación comunitaria en los contextos territoriales se hace necesario hacer un mapa de la pluralidad de escenarios, formas y lenguajes con los que las comunidades viabilizan sus prácticas y discursos sobre determinados conflictos: los lugares de encuentro en que las personas problematizan lo que les inquieta, las formas en que se llega a determinados actores, los lenguajes que visibilizan y los que excluyen. En la medida en que la comunicación pasa por este tejido de relaciones, vale la pena que la comunicación comunitaria se apoye en es ellas.

- Otro punto que se presenta como importante para la agenda de quienes trabajan en comunicación es la visibilización de las organizaciones y procesos sociales populares que con muchas dificultades intentan posicionar en los medios masivos sus agendas con pocos resultados, la mayoría de las veces y por diversas razones históricas y también coyunturales. Esa visibilización no es un problema de propaganda, sino de legitimación de la existencia de una pluralidad de perspectivas que esas organizaciones tratan de posicionar en un campo de conflicto específico.

- En la misma medida en que la comunicación comunitaria ofrece un escenario para la reconstrucción de referentes éticos y políticos hacia la paz, se hace necesario apostar por la visibilización de las víctimas del conflicto desde sus propias voces, el reconocimiento de su presencia en los territorios, de sus problemáticas y de sus agendas reivindicativas.

1 comentario:

Santiago Giraldo Luque dijo...

En general el artículo es coherente y parece cumplir con los objetivos que presenta al inicio del texto. Entiendo que su propuesta nace de la necesidad del entendimiento de la comunicación y de los medios de comunicación en las prácticas sociales populares y que sobre ese entendimiento se estructuraría un mayor fortalecimiento de la comunicación en esas prácticas.

Así se plantea una crítica de dos perspectivas de análisis y de entendimiento clásico de la comunicación y de sus medios para luego proponer una idea mixta de las dos perspectivas, la comunicación-cultura, que, según la autora, reúne las condiciones para explicar el proceso real de la construcción de lo público a través de la comunicación. Finalmente, se plantean algunas prácticas concretas de ejecución del contenido teórico del artículo.

Me parece que es un artículo difícil de leer en su primera parte y en su contenido central. Se presenta una crítica a las dos teorías (una crítica que permite “comprender que el sustrato de esa producción simbólica en las sociedades se remite al ámbito de la cultura y de las prácticas sociales”) y luego se devuelve a las teorías criticadas para sustentar el discurso de la comunicación y cultura: “La construcción de lo público se encuentra mediada por relaciones de poder que son complejas y nos remiten al campo de la comunicación y la cultura: involucran esos imaginarios del deber ser liberal con prácticas que distan de ese horizonte de realización democrática que se les atribuía, ejercicios de dominación y opresión en donde la violencia simbólica opera en múltiples direcciones, procesos de construcción de acuerdos parciales frente a asuntos considerados como socialmente problemáticos, etc.”

En este sentido, el artículo parece caer en un círculo vicioso en el que parte de un sitio que se critica, para llegar al mismo punto de crítica. Los ejemplos finales pueden, quizás, uno aquí y otro allí, ubicarse en las diferentes teorías “clásicas” criticadas.

De otro lado, el rol de los medios, desde la perspectiva ideal liberal (y ahora también desde la neoliberal), es esta opción democratizadora y expositiva de las diferentes posiciones y expresiones de la sociedad. Pero definitivamente esta opción está ligada al rol social que cumplen los mismos medios, y la comunicación en sí misma, en cada una de las manifestaciones mediáticas de lo comunitario y lo público. Claro, no es el ideal, pero sí se acercan a esa función de la comunicación como gestora de asuntos públicos, de movilizadora de la vida pública o como potencializadora de diseño de políticas públicas. Los canales públicos, o los periódicos “alternativos”, locales, regionales… cumplen esta función. Y sí, sigue siendo un pilar fundamental de la democracia, como un espacio de visibilización de lo social, pero también como un escenario del debate público y racional, necesario también para el ejercicio democrático. No me parece un lugar común esta postura.

No creo que el artículo esté mal estructurado. Sólo que la pregunta por el papel de la comunicación en la construcción de lo público termina siendo contestada, en la crítica, desde la postura que las teorías clásicas asumen sobre los medios de comunicación (y no sobre la comunicación), y en la propuesta, desde la postura de las mismas teorías clásicas sobre la comunicación, que, en últimas, termina alimentando la postura de la comunicación-cultura y las prácticas expuestas al final del texto.

Por último, es necesario contar con una bibliografía básica y con citas que refuercen las tesis sostenidas a lo largo del texto.