miércoles, 26 de marzo de 2008

Cine colombiano años 20: Hegemonía y representación social

Por: Alejandro Hernández.
Miembro del Seminario Comunicación y Cultura. Profesor del Área de Semiótica de la Universidad Externado de Colombia.
Palabras clave: Hegemonía, Reproducción, Representación, Distinción social, legitimación social, Violencia simbólica, Estrategias simbólicas.



PRESENTACIÓN, CONTEXTO Y JUSTIFICACIÓN

Tras el fin de las guerras civiles que asolaron el territorio colombiano a finales del siglo XIX y principios del XX, la nación entra en un periodo de modernización caracterizado por una serie de innovaciones técnicas y científicas de alcance universal (ferrocarriles, aviación, automóviles, radio, cine, telegrafía, telefonía…); por la unificación de sus fronteras territoriales; por la consolidación de un sistema político-administrativo de corte centralista; por la asunción de un régimen jurídico y de una constitución política; por el surgimiento de unas clases sociales en ascenso que rivalizan frente a su visibilización social; por las luchas hacia la consolidación de un proyecto hegemónico; por la representación social a través de los medios de comunicación a su alcance.

El tránsito del siglo XIX a los primeros años del siglo XX en Colombia, están determinados, socialmente, por la pugna de los diversos grupos socio-económicos emergentes, quienes luchan por la visibilidad social y por el reconocimiento (posicionamiento) político.

Para ello es necesario acudir a las contiendas territoriales, que mediante las guerras civiles garanticen la supremacía militar, como una vía a la consolidación del estado-nación, el cual, a través de la institucionalidad política y jurídica, les permita legitimar su "proyecto", el cual se afianza gracias a las posiciones estratégicas en aquellos sectores claves de la emergente economía nacional (agricultura, ganadería, comercio, industria)
[1].
El cuadro no quedaría completo sin el debido reconocimiento social y cultural de dichos sectores sociales, que en pugna, acuden al concurso de los medios de comunicación masiva a su alcance, para aprovechar en su beneficio, la alta credibilidad e impacto que tales medios gozan en los sectores populares.

Estos sectores sociales o esta clase social (burguesía) que se fortalece en el manejo de los asuntos públicos y privados, en su afán por visibilizarse, busca las maneras de difundir, promocionar e inculcar sus valores políticos e ideológicos, religiosos y culturales, estéticos y morales, a través de los medios a su alcance, incluyendo tanto aquellos mas tradicionales y consolidados, como aquellos de mayor novedad e impacto.

Los inicios del siglo XX señalan, en definitiva, hacia la consolidación moderna del estado-nación en Colombia y por el afianzamiento económico de unos sectores sociales dedicados al comercio, a las finanzas, al sector empresarial e industrial.

Los primeros años del siglo XX serán, entonces, un interregno económico y político que permitirá un espacio institucional de paz y prosperidad, hacia la consolidación de una burguesía nacional, que emerge con gran pujanza y confianza, tanto en el ámbito de lo social, como en los escenarios del comercio, la manufactura, la cultura y el arte.


CONTEXTO HISTÓRICO

El cinematógrafo, innovación tecnológica de reciente factura (Dic. 1895), no quedará por fuera de los intereses y necesidades de la incipiente burguesía nacional, quien verá, de muy buen agrado, el creciente interés y gusto por el nuevo entretenimiento popular.

A menos de diez años de su nacimiento, el cine ya ha sido reconocido como uno de los medios masivos de comunicación de gran impacto social en las audiencias, en especial, en aquellos sectores sociales con pocas alternativas de información y entretenimiento.

Esta concepción ha quedado confirmada, entre otras muchas experiencias, por el rol destacado en que el gobierno soviético (1917-1927) colocó a su cinematografía, ubicándola como uno de los medios mas significativos, en su estrategia mediática para consolidar al nuevo régimen, en términos políticos, administrativos e ideológicos.

En Colombia, a tono con los nuevos vientos de renovación y cambio, y en sintonía con las tendencias mundiales en materia tecnológica y política, tanto sus clases dirigentes como el pujante sector empresarial, no objetarán recursos para la divulgación y promoción de sus valores, necesidades y formas de ver el mundo.

La imagen cinematográfica, con su vocación de gran realismo en la descripción de ambientes y costumbres; en su verosimilitud, a la hora de narrar historias y en su calidad de espectáculo masivo, será la punta de lanza en su recién y espontánea estrategia mediática.

Es así como la incipiente burguesía nacional que está al tanto de las grandes innovaciones científicas y técnicas del mundo industrializado, y mas pronto que tarde, no escatimará esfuerzos por presentar, en los escenarios nacionales, los globos aerostáticos y el ferrocarril; los primeros vehículos y los aeroplanos; los daguerrotipos y la fotografía; el fonógrafo y la telegrafía; la luz eléctrica y el cinematógrafo.


EL CINE, CORREA DE TRANSMISIÓN

El cine, en tal sentido, se convertirá en el vehículo idóneo para promulgar sus hábitos, costumbres y gustos, con una dramaturgia que da cuenta, tanto de sus mecanismos de representación social, como de sus formas de vida, así como de sus necesidades de legitimación social.

Las películas realizadas en Colombia durante los primeros veinte años del siglo XX, a más de dar cuenta de los avances tecnológicos y narrativos en materia cinematográfica, nos permiten, cual detallado scanner, una disección de la sociedad colombiana de principios de siglo XX y un certero diagnóstico sobre aquellos quienes propiciaron unas formas de representación determinadas y unos mecanismos de simbolización particulares.

Desde la óptica de la producción social de sentido, de sus marcos de referencia y las lógicas de producción mediáticas, es posible conocer, determinar y analizar sus características mas significativas; sus necesidades mas apremiantes; los grados de pujanza y desarrollo económico; las rencillas de carácter político; el tipo de relaciones internacionales; los mecanismos de evasión o confrontación ideológica; las pugnas internas por las que atravesaban tales sectores sociales.



EL CINE EN COLOMBIA

Creemos que el cine colombiano no solamente es valioso para la historia del cine en particular, de la cultura y el arte en el país, sino que sus historias y sus formas de representación, son fundamentales para el conocimiento y reconocimiento de un pasado reciente que muchas veces es menospreciado, descuidado y olvidado.

El cine, como forma de reproducción de la realidad (documental), pero también como forma de producción de sentido en tanto que representación estética del mundo, nos brinda un conocimiento de primera mano del mundo y sus protagonistas, tanto cuando los aborda directa y concientemente, como cuando los evade en forma deliberada.

En tal sentido creemos que es importante y necesaria dicha reflexión, no solo desde los aportes que nos pueden brindar a los campos específicos de la sociología, o la antropología cultural, sino, fundamentalmente, en tanto medio de comunicación de masas y su importancia en la configuración y consolidación de imaginarios y formas de representación, socialmente interesadas.


HIPÓTESIS

El cine colombiano de los años 20, fue el medio masivo de comunicación idóneo, mediante el cual, grupos nacionales emergentes, escenificaron sus luchas, ideales, formas de pensar y realidades, en busca de la visibilidad, el reconocimiento y la legitimidad, con miras a la hegemonía por la representación social.


OBJETIVO GENERAL

Explicitar cómo los sectores sociales en pugna por la hegemonía y la visibilidad social, se representan a sí mismos y que visión nos brindan de "los otros".


OBJETIVOS ESPECÍFICOS

Reconocer que el cine se convierte, para la burguesía colombiana de los años 20, en el vehículo idóneo para visibilizarse socialmente y la mejor vitrina para la exposición y representación de sus formas de ver y concebir el mundo.

Demostrar cómo las diferentes regiones del país, Eje Cafetero, Valle del Cauca, Antioquia, Región Andina (Cundinamarca, Boyacá, Santander), pugan por la representación, el reconocimiento y la visibilidad social.

Reconocer que grupos sociales entran en pugna, por el reconocimiento y la representación social, en el cine colombiano de los años 20, y que intereses políticos y económicos entran en juego.

Demostrar que las formas de representación (géneros y formatos) del cine colombiano de los años 20, están en consonancia con los estilos imperantes del cine y la cultura occidental (melodrama - film d'art).


FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

El cine, como representación de la realidad, es una fuente generosa de información, documentación y análisis sobre la sociedad que produce un sinnúmero de películas las cuales, aún sin proponérselo, dan fe y testimonio de su tiempo, de las tecnologías imperantes, de los modos de pensar y ver el mundo, así como de los imaginarios y las formas de simbolización que sobre sí, los demás y su entorno prevalen en un momento determinado.

Ante la ausencia de otras fuentes primarias de investigación, un análisis en las formas de narración y simbolización las producciones colombianas de los años veinte, tanto de ficción como documentales, nos permitirá rastrear, que sectores sociales se visibilizan, cómo son representados y qué intereses sociales, económicos y políticos entran en juego en estas producciones.

Adicionalmente podremos analizar, a través de la puesta en escena, de los géneros y formatos utilizados, los gustos dramáticos en boga, demostrando cómo la Colombia de los años 20 no estaba de espaldas al mundo, y que sus formas de representación, están de acuerdo, en ese contexto, con la tradición cultural occidental.

MARCO REFERENCIAL

A través de los materiales cinematográficos conservados de aquella época, es posible analizar qué se representa y cómo se asumen ciertos tópicos sociales; que tipo de imaginarios son puestos en escena; cuales son las temáticas mas sensibles a la sociedad en aquel momento.

Puesto que la producción cinematográfica no es abundante, mas bien escasa, a lo sumo 16 películas entre argumentales y documentales y de las cuales podemos apenas visualizar una tercera parte, es necesario, formular en ellas, una serie de interrogantes como ¿Qué se oculta y cómo en las películas de aquel periodo? ¿Que visualizan sus argumentos y que no? ¿Cómo se realizan estas puestas en escena? ¿Quien produce y realiza tales películas? ¿Cuales son sus motivaciones principales para ello? ¿Que tipo de teatro y cine se exhibía en Colombia en aquella época? ¿A que esquemas narrativos, formatos, géneros y estereotipos recurría nuestro cine?


ABORDAJES HISTÓRICOS TRADICIONALES

Ante la ausencia de material propiamente cinematográfico, resulta muy dificultoso un acercamiento estético frente a unas obras perdidas; un abordaje desde la tecnología resulta algo estéril, pues tanto en sus esquemas narrativos como técnicos, las incipientes producciones recurren a los modelos foráneos y una historia desde lo económico, es decir modos de producción, circulación (distribución) y consumo (exhibición) de las películas, en ausencia de un esquema industrial, no resulta ni interesante ni significativo para nuestro abordaje.

Es por tales motivos que nuestro acercamiento será desde la óptica de una historia social
[2] la cual nos permita observar y analizar ¿Cómo y qué tipo de sociedad reflejan las películas? ¿Quién veía las películas y por qué? ¿Que función ejercía el cine como institución social? ¿Qué relaciones establecía el cine con otras instituciones sociales? ¿Que posibles efectos culturales (imaginarios, identidad, representación) se buscaron a través del cinematógrafo? ¿Qué racionalizaciones o construcciones de lo real fueron posibles desde los relatos audiovisuales? ¿Qué tipos de subjetividades afloraron en estos discursos?

Si el cine se erige, en sus primeros años como espejo,
[3] memoria y representación del mundo, ¿que tipo de mirada nos refleja el cine colombiano de los años 20? ¿Qué tipo de memoria nos han legado sus cinematografistas? ¿Qué tipo de lecturas son posibles a través de una mirada contemporánea? ¿Qué representaciones de sociedad encontramos allí? ¿Qué visión de modernidad están fijadas en estas películas?

Sabemos que los interrogantes son muchos. Por fortuna el corpus es limitado y lo iremos a delimitar aún mas, en especial a BAJO EL CIELO ANTIOQUEÑO (1924) de Arturo Acevedo, ALMA PROVINCIANA (1925) de Félix Joaquín Rodríguez, MANIZALES CITY (1925) de Félix R. Restrepo y GARRAS DE ORO (1926) de P.P. Jambrina (Pepe Sanabria).

A través de esta pequeña muestra, y sin despreciar referencias a otras producciones de las cuales se tienen notas de prensa y otros testimonios, pretendo reconstruir el tipo de sociedad que se representa en estas películas y las razones, extra cinematográficas, estéticas, políticas e ideológicas que los motivaron a ello.

El marco referencial, para este acercamiento a una historia social del cine colombiano de los años veinte, estará sustentado en algunos aspectos de la Escuela de Frankfurt (crítica), en autores tales como Walter Benjamin, Jürgen Habermas, Louis Althusser y Theodor Adorno; en algunas categorías elaboradas y trabajadas por otros autores mas recientes como Herbert Marcuse, Marshal McLuhan y Armand Mattelart, entre otros y con cierta delectación por autores mas contemporáneos como Pierre Bourdieu, Harry Pross, Alain Touraine, Perry Anderson y Noam Chomsky entre otros.
Largometrajes colombianos (1922 - 1929)
1 1922 María de Alfredo del Diestro y Máximo Calvo Olmedo.
2 1923 La Tragedia del Silencio de Arturo Acevedo Vallarino.
3 1924 Aura o las Violetas de Pedro Moreno Garzón y Vincenzo Di Domenico.
4 1924
Bajo el Cielo Antioqueño de Arturo Acevedo Vallarino.
5 1925 Alma Provinciana de Félix Joaquín Rodríguez.
6 1925 Como los Muertos de Pedro Moreno Garzón y Vincenzo Di Domenico.
7 1925 Manizales City de Felix R. Restrepo
8 1925 Suerte y Azar de Camilo Cantinazzi.
9 1926 El Amor, el Deber y el Crimen de Pedro Moreno Garzón y Vincenzo Di Domenico.
10 1926 Garras de Oro de P.P Jambrina.
11 1926 Madre de Samuel Vásquez.
12 1926 Nido de Cóndores de Alfonso Mejía Robledo.
13 1926 Tuya es la Culpa de Camilo Cantinazzi.
14 1928 Los Amores de Keliff de Arturo Sanín.

[1] Cfr. Bejarano, Jesús A. (1980) La Economía, en Manual de Historia de Colombia tomo III. Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, Colombia.
[2] Cft. Robert C. Allen y Douglas Gomery (1995) en Teoría y Práctica de la Historia del Cine, Paidós Comunicación Nº 70 cap. 7º: Historia Social del Cine
[3] Cft. Umberto Eco (1988) De los Espejos y otros Ensayos. Ed. Lumen col. Palabra en el tiempo Nº 173

Guía para la presentación de artículos especializados

De acuerdo con lo discutido en la sesión del 10 de Marzo/08, los artículos especializados presentados en el Seminario deberán contener:

1. Características del contexto del tema y del tópico. Justificación
2. Formulación del problema: objeto de estudio, tipo, enfoque teórico, tiempo/espacio
3. Formulación de hipótesis
4. Objetivos general
5. Discusión teórica: punto de vista

domingo, 9 de marzo de 2008

Los medios comunitarios en la construcción de lo público

Astrid Carolina Cañas C.
Asesora - Proyecto Planeta Paz


La comunicación y la construcción de lo público

El trabajo que hemos venido realizando durante los últimos años como equipo de comunicación en Planeta Paz nos ha llevado a asumir la discusión acerca de la relación de la comunicación con los actores sociales populares y el papel estos realizan en la construcción de lo público, en la medida en que nuestro propósito ha sido acompañar los procesos populares en la construcción de propuestas de política pública hacia la paz en Colombia.

En un contexto en el cual el ejercicio de la violencia simbólica ha sido permanente en las dinámicas de construcción de la vida pública y se ha constituido en una poderosa manera de anular la identidad, los horizontes de sentido y los intereses de los sectores populares, creemos en la importancia estratégica de propiciar los escenarios que se requieran para hacer una reflexión colectiva sobre el carácter de la comunicación en las prácticas sociales populares que nos ayude a comprenderlas, con el propósito de hacer un aporte al fortalecimiento de una comunicación enraizada en los procesos populares.

En este trayecto, nos hemos acercado a varios debates que de alguna manera constituyen un referente en lo que se refiere al cuestionamiento del horizonte de la comunicación como una dimensión de posibilidades concretas para la construcción de unos nuevos referentes éticos y políticos para el país.

Las referencias clásicas a la construcción de lo público y la comunicación

La discusión contemporánea sobre lo público nos lleva hacernos preguntas acerca de cómo redefinir el lugar de lo comunicativo en la construcción de lo público en la sociedad.

En ese sentido, las perspectivas clásicas del análisis de lo público, y específicamente las que provienen de la teoría liberal de la democracia, tendieron a idealizar el rol de los medios de comunicación en la medida en que le otorgaron al debate público y racional una enorme importancia en la construcción de la democracia. La realización de este ideal se apoyaba en una concepción según los medios de comunicación debían servir como plataforma para la emergencia en la esfera pública de la pluralidad de posiciones existentes en la sociedad civil, además de su papel fundamental en el control y limitación del poder del Estado. Sin embargo, y esta ha sido una de las principales críticas a esta concepción, al considerar a los medios de esta forma no tuvieron en cuenta el peso determinante de las complejas y dinámicas relaciones de poder que constituyen lo público y que se revelan en las ambiguas expresiones de la visibilidad y invisibilidad mediática. En gran medida esta concepción sigue haciendo parte de los lugares comunes acerca del papel de los medios y ha dificultado la comprensión de su lugar en los procesos políticos en tanto refiere el análisis de los medios a los referentes normativos del liberalismo.

¿Qué queda aún del papel que el liberalismo le asignaba a los medios masivos de comunicación? Muy seguramente quedan rastros del ideal liberal en los programas de formación de los comunicadores sociales y periodistas en donde aún se consideran paradigmáticos los referentes éticos y el deber ser social del periodista heroico de la gloriosa era liberal europea. En la práctica, la tendencia a poner el énfasis en el ideal de realización de los valores y libertades del ideario liberal por la vía de la comunicación, no permite contemplar las múltiples estrategias de poder que se juegan en la dinámica de visibilización e invisibilización de determinados asuntos de carácter público. Y sin embargo, la discusión sobre el papel de la comunicación en la emergencia de espacios para la expresión de la pluralidad en la esfera pública continúa siendo objeto de diversas interpretaciones en la medida en que la que diversas teorías y los mismos movimientos sociales han encontrado en esta reflexión un campo de disputa estratégico para sus luchas.

Pero por otro lado, ¿qué queda del viejo paradigma de los medios como reproductores de la dominación? Cabe decir que, en su momento, este enfoque permitió evidenciar que los medios de comunicación masivos tienen una estrecha relación con el poder, y también le permitió a la crítica posterior preguntarse por la supuesta pasividad de las audiencias frente a la dinámica de la dominación. Y aunque los límites analíticos de esta perspectiva han sido expuestos exhaustivamente durante décadas (a veces con cierta saña por parte de quienes en otro momento fueron sus promotores), la necesidad de pensar en esas relaciones entre capital, poder, audiencias y medios de comunicación continúa siendo vigente. Cualificar el análisis de esas relaciones para intentar desarticularlas sigue siendo una indiscutible prioridad no sólo en la teoría sino también en la práctica social de quienes hacen comunicación. En dirección hacia nuestra reflexión sobre lo público, no perder de vista las relaciones de poder que se encuentran profundamente mediadas por las lógicas instrumentales del mercado hacia la construcción de consumos e identidades culturales que operan de acuerdo a las nuevas territorialidades emergentes de la globalización, es sin duda un campo a explorar.

En la práctica tanto el ideal liberal de los medios como las teorías marxistas en la comunicación han sido profundamente cuestionadas. Los medios de comunicación se han revelado como dispositivos complejos de relaciones en donde se alternan simultáneamente prácticas de exclusión e inclusión, de opresión de ciertos intereses e identidades pero a veces también de visibilización de fuerzas sociales en proceso de emergencia. La idea de un rol preestablecido de los medios, bien sea como herramientas de la dominación, o como de adalides de la democracia, han sido ambas objeto de múltiples cuestionamientos que en buena parte nos han permitido comprender que el sustrato de esa producción simbólica en las sociedades se remite al ámbito de la cultura y de las prácticas sociales. Frente a esto las reflexiones críticas han sido diversas y muy enriquecedoras, como es el caso de los aportes que la denominada “comunicación-cultura” ha hecho a los estudios de comunicación y a otros campos de las ciencias sociales, principalmente en lo que se refiere al reconocimiento de los múltiples contextos culturales de producción de la comunicación y el consiguiente encuentro con los actores sociales que la producen en la cotidianidad.

La construcción de lo público se encuentra mediada por relaciones de poder que son complejas y nos remiten al campo de la comunicación y la cultura: involucran esos imaginarios del deber ser liberal con prácticas que distan de ese horizonte de realización democrática que se les atribuía, ejercicios de dominación y opresión en donde la violencia simbólica opera en múltiples direcciones, procesos de construcción de acuerdos parciales frente a asuntos considerados como socialmente problemáticos, etc. Allí donde se encuentran estas dinámicas es donde a la vez tienen lugar las prácticas sociales colectivas que les dan forma produciendo la comunicación. Ese es el terreno sobre el cual intentamos hoy encontrar alternativas.

Comunicación y campos de conflicto

La comunicación es entonces una dimensión de las relaciones sociales concretas, que tiene lugar en las prácticas colectivas y también en las individuales. Está presente en las relaciones inter-subjetivas y en aquellas que los actores sociales colectivos construyen internamente y hacia otros: en la definición de sus horizontes de sentido, de su identidad, de su visión de la sociedad, en sus relaciones de articulación o de oposición hacia otros, así como en sus prácticas de resistencia. Esto quiere decir que todos y todas dinamizamos en diferentes espacios de acuerdo con una diversidad de estrategias posibles lo que sentimos, pensamos y queremos de nosotros y nosotras mismas y de la sociedad.

Esta dimensión comunicativa de las prácticas sociales se dinamiza en torno a lo simbólico, lo afectivo y que evidencia diferentes formas de comprender el “deber ser” de lo social. La comunicación no es una cosa o un hecho específico, y aunque a muchos y muchas nos pueda parecer trillado repetirlo, todavía hay que lidiar permanentemente aún entre nosotros y nosotras con concepciones que cosifican la comunicación y la convierten en un asunto de aparatos y tecnologías solamente. No sobra aclararlo: cuando se remite la comunicación a los aparatos se piensa, por ejemplo, que entre más novedosa sea una tecnología mayores son las posibilidades de un ejercicio de democrático a través de ella, cuando en realidad la cualificación la participación social y política depende de la transformación de las relaciones de poder en las que estamos insertos. Un ejemplo es el caso relativamente reciente de la estrategia de participación del Plan Decenal de Educación, en la que se privilegió el uso de Internet para la realización de los debates omitiendo que la mayoría de las comunidades rurales no tienen ni acceso ni el capital cultural para utilizar esas particulares tecnologías (pero sí otras que no son tenidas en cuenta) debido a procesos históricos de exclusión que no se solucionan espontáneamente.

Ahora bien, la comunicación se encuentra referida a unos espacios sociales específicos: cada territorio nos revela la existencia de diversos campos de conflicto que son estructurados por diversos actores sociales. Podríamos citar diversos ejemplos: el conflicto alrededor de la privatización de la salud, la educación, los servicios públicos, en la lucha por las formas de uso de los recursos naturales, las disputas por el control político-electoral, etc. Cada campo de conflicto nos ofrece un escenario diferente del cual la comunicación hace parte activa tejiendo la dimensión simbólica de las prácticas que allí se manifiestan. No hay campos de conflicto social exentos de lógicas de control, manipulación, ocultamiento, visibilización, y en esa medida la comunicación asume formas distintas que cambian conforme las estrategias que los actores viabilizan frente a los conflictos que enfrentan y las posiciones que asumen.

¿Qué papel cumplen allí los medios comunitarios con relación a esas prácticas de los actores sociales populares? En este plano también ha habido muchas transformaciones en la teoría y en la práctica. Si antes se pensaba que en lo popular reside el germen de lo contra hegemónico per se, o que su vocación única era la de contestar al orden establecido, hoy sabemos también que los procesos de comunicación comunitarios son complejos, involucran identidades e intereses diversos, y que estos no se pueden analizar aislados de los territorios y los campos de conflicto que allí se estructuran, a veces en la forma de procesos contra-hegemónicos pero a veces con otras orientaciones de sentido. Lo que queremos decir es que la comunicación siempre es una dimensión cambiante, en la que se juegan permanentemente diversas estrategias, tan variadas y dinámicas como actores sociales y lógicas de acción existen en los territorios.

Comunicación y construcción de una estrategia social de paz


¿De qué manera la comunicación comunitaria puede orientarse hacia la construcción y apoyo a la construcción colectiva de una estrategia social de paz?

Siendo la comunicación una dimensión fundamental en la construcción de lo público, en la medida en que tiene origen en los territorios, cuyas dinámicas son ocultadas y visibilizadas en medio de las lógicas del conflicto que pernean a la sociedad en su conjunto, las iniciativas de comunicación comunitaria cobran una relevancia fundamental en la calificación y transformación del conflicto social, político, cultural y ambiental con expresiones armadas que vive el país.

A partir de la discusión que hemos recogido en el proceso de acompañamiento de diversas iniciativas de construcción de política pública en las regiones, y de la estructuración de las Mesa de Conflicto y Política Pública hacia la Paz que Planeta Paz ha venido impulsando en las regiones, hemos recogido algunos planteamientos que pueden servir como insumo para la reflexión que hoy nos reúne en este seminario.

- El análisis de los campos de conflicto territorializados en donde tienen lugar una diversidad de relaciones que implican lo comunicativo. La particularidad de los medios comunitarios es precisamente la de generar unas dinámicas atendiendo a unos territorios en donde los conflictos tienen lugar con sus manifestaciones específicas. Es allí donde la comunicación comunitaria puede trabajar hacia la cualificación o transformación de esos conflictos.

- En una sociedad en la que la violencia hace parte de las relaciones sociales, la comunicación es una dimensión en la que operan lógicas de violencia simbólica pero al mismo tiempo se posibilitan procesos de construcción o reconstrucción simbólica de los horizontes éticos y políticos para la sociedad. La comunicación comunitaria puede hacer un enorme aporte a la paz a través de la desestructuración de las violencias simbólicas que alimentan los conflictos: las violencias contra las mujeres, lesbianas, gais, transgeneristas, los y las desplazadas, sindicatos, organizaciones sociales populares, partidos, movimientos y organizaciones políticas.

- En consecuencia, la comunicación se constituye en una dimensión de trabajo fundamental en la conformación de públicos diversos en los territorios, que expresen las contradicciones, las discusiones, las diferencias y los acuerdos existentes alrededor de problemáticas locales y regionales que se relacionan con la reproducción del conflicto en sus diferentes aspectos sociales, económicos, culturales y ambientales. El horizonte de sentido de la comunicación comunitaria está estrechamente ligado a la reconstrucción de esos espacios públicos en donde se escenifican las realidades que no tienen lugar en la comunicación masiva.

- El fortalecimiento de la comunicación comunitaria tiene un reto en la cualificación de los procesos de construcción de lo público. Cuando los medios comunitarios obedecen a lógicas particularistas, individualizadas, a intereses puramente comerciales, esa perspectiva de fortalecimiento de lo público se desvanece. Es el caso de lo que sucede con ciertas licencias de operación de radios comunitarias que se le asignan frecuencias de radio siendo usadas para beneficio privado.

- En esa medida, la construcción de lo público pasa necesariamente por un cuestionamiento de sus relaciones con los ámbitos de lo privado. En la comunicación esto nos lleva hacia el reconocimiento de las relaciones sociales que tejen lo comunicativo y que están ligadas a la vida cotidiana de las personas, sus visiones, sus sueños y la forma como comprenden y van forjando cotidianamente el territorio en todas sus dimensiones. Lejos de distanciarnos de “lo político”, este acercamiento a lo cotidiano nos permite darnos un lugar en la construcción de alternativas hacia la paz autónomas y viables.

- Para cualificar los procesos de construcción de lo público desde la comunicación comunitaria en los contextos territoriales se hace necesario hacer un mapa de la pluralidad de escenarios, formas y lenguajes con los que las comunidades viabilizan sus prácticas y discursos sobre determinados conflictos: los lugares de encuentro en que las personas problematizan lo que les inquieta, las formas en que se llega a determinados actores, los lenguajes que visibilizan y los que excluyen. En la medida en que la comunicación pasa por este tejido de relaciones, vale la pena que la comunicación comunitaria se apoye en es ellas.

- Otro punto que se presenta como importante para la agenda de quienes trabajan en comunicación es la visibilización de las organizaciones y procesos sociales populares que con muchas dificultades intentan posicionar en los medios masivos sus agendas con pocos resultados, la mayoría de las veces y por diversas razones históricas y también coyunturales. Esa visibilización no es un problema de propaganda, sino de legitimación de la existencia de una pluralidad de perspectivas que esas organizaciones tratan de posicionar en un campo de conflicto específico.

- En la misma medida en que la comunicación comunitaria ofrece un escenario para la reconstrucción de referentes éticos y políticos hacia la paz, se hace necesario apostar por la visibilización de las víctimas del conflicto desde sus propias voces, el reconocimiento de su presencia en los territorios, de sus problemáticas y de sus agendas reivindicativas.

Opinión Pública y la salida negociada al conflicto: una disputa por el sentido de la reconstrucción ética y política del país

Astrid Carolina Cañas Cortés
Politóloga. Profesora de Opinión Pública.

Hipótesis:
Los procesos comunicativos inherentes a la opinión pública en Colombia se caracterizan por una dinámica de inclusión y exclusión sistemática de determinados referentes éticos y políticos respecto a la posibilidad de una salida negociada al conflicto social y político armado.

Objetivos:
- Caracterizar la disputa por la legitimidad de diversas versiones sobre la posibilidad de una salida negociada al conflicto social y político armado, tomando como eje del análisis las estrategias comunicativas de los principales actores sociales y políticos que se han visibilizado u ocultado en este debate.

Planteamiento del problema:
Durante los últimos años la discusión pública acerca de las perspectivas de resolución negociada del conflicto armado ha sido el eje de la disputa política por parte de diversos actores sociales y políticos en el país. La legitimidad de ciertas interpretaciones acerca de la pertinencia de encaminar las acciones de política pública hacia la definición de estrategias gubernamentales para la paz, así como el horizonte propiamente dicho de la negociación del conflicto, se ha constituido en un elemento de confrontación que ha implicado una dinámica de disputa por el sentido de una posible reconstrucción ética y política de Colombia.

Los actores sociales y políticos que intervienen en dicha confrontación habilitan escenarios para la visibilización de esta disputa, estableciendo sus estrategias de acción y encaminando sus dinámicas de incidencia hacia el posicionamiento de sus visiones en la opinión pública. La comunicación aparece como una dimensión constitutiva de la acción de dichos actores, que no pueden prescindir de activar procesos de transformación simbólica de las relaciones de poder en la medida en que avanzan en el despliegue de sus estrategias políticas.

La pregunta por el papel de los procesos comunicativos en la definición de los regímenes simbólicos societales de inclusión y exclusión implica hacer una valoración de los escenarios que estos habilitan para la discusión pública pero también de los mecanismos de supresión y cancelación de ciertas voces que ponen en juego cuestionamientos hacia los principios éticos y políticos de las alternativas en pugna. En esa medida, esta reflexión se propone indagar por los mecanismos mediante los cuales se desarrolla esta dinámica, con el fin de enriquecer la discusión sobre el papel de la comunicación y sus agentes y actores en una sociedad en conflicto, mecanismos que pasan por la estructuración de estrategias comunicativas que tejen en lo concreto esa especialidad social a la que denominamos “opinión pública”, en la cual hay una dinámica permanente de superposición de versiones públicas sobre el conflicto, se constituyen hegemonías parciales, a la vez que se cuestionan permanentemente el sustrato de legitimidad pública de determinadas visiones sobre el deber ser de la sociedad colombiana.

Es allí, en la constitución de esa especialidad social en donde encontramos que los procesos históricos de configuración de los regímenes simbólicos de exclusión e inclusión afectan el desarrollo de ese principio de publicidad que sustenta como principio la comprensión de lo público desde la perspectiva de la teoría liberal de la democracia. La comunicación dinamiza en buena medida la transformación de esos regimenes simbólicos, a la vez que pone en cuestión permanentemente el referente ideal normativo de la publicidad en la esfera pública.


La comunicación en la constitución de lo público

Los debates contemporáneos sobre la democracia nos señalan una ruta que coincide en alguna medida con el propósito de esta investigación y nos ayudan a ubicar la comunicación como dimensión de las prácticas sociales que constituyen lo público. La preeminencia de los actores sociales colectivos en la construcción de lo público, apunta a señalar que la democracia es una construcción activa y permanente que tiene lugar en las dinámicas concretas de esos actores, y más allá, en las dimensiones intersubjetivas de los seres humanos, hombres y mujeres. En otras palabras, y de acuerdo con lo que algunos de estos debates nos ayudan a ver, la democracia no es una dimensión abstracta, normativa, que se consigna en las constituciones y en las leyes, sino que es un tejido de relaciones intersubjetivas que constituyen dinámicas estructurales e interactúan con ellas.

En América Latina el debate sobre democracia giró durante varias décadas alrededor del momento históricamente paradigmático de la transición post-dictaduras, enfatizando el peso de las transformaciones institucionales de la vida pública, de manera que el establecimiento de constituciones democráticas, la institucionalización de funciones de control y vigilancia de la gestión, y sobretodo la habilitación de mecanismos participativos para la toma de decisiones, se convirtieron en la constatación misma del advenimiento de un nuevo contexto democrático
[1]. Sin embargo, paralelamente a lo anterior también en nuestro continente, una profusa producción académica sobre movimientos y actores sociales ha permitido dar el giro hacia la democracia como construcción en las prácticas sociales, que tienen una diversidad de comprensiones a la hora de encaminar rutas hacia la definición de horizontes de sentido: la identidad de la enorme diversidad de pueblos indígenas que habitan estos territorios, la emergencia de nuevas identidades de género y orientaciones sexuales que cuestionan la democracia formal, los movimientos de mujeres que construyen sus derechos en las dimensiones locales cercanas a esas dimensiones que siempre se excluyeron como parte del dominio de lo doméstico, etcétera.

De esta manera, el estudio de la opinión pública en América Latina, nos lleva necesariamente a un replanteamiento de lo que entendemos como democracia, y a una revaluación profunda del papel de los actores sociales colectivos en dicho proceso. Es en el marco de este debate en el que la comunicación cobra una importancia no solo desde el ideal normativo de la democracia, sino como práctica concreta que habilita espacialidades de discusión, de emergencia de la pluralidad, de resignificación de las conflictividades sociales, espacialidades que se gestan desde lo local, regional y global.
Por esta vía, se abre un enorme campo de análisis para la comunicación, que amplía el universo de posibilidades investigativas a la vez que brinda la posibilidad de explorar campos de acción heterogéneos. En la medida en que las prácticas sociales se convierten en una perspectiva para analizar la construcción de lo público, la comunicación toma forma como dimensión de esas prácticas, no escindible y de alguna manera tampoco prescindible en análisis de las relaciones sociales, sino como parte activa de lo que hacen las organizaciones sociales, los partidos políticos, las instituciones, las burocracias mediáticas, etc.

En este terreno, encontramos que la diversidad de actores que emprenden su acción en contextos específicos, y que obedece a diversas lógicas, desarrollan estrategias comunicativas para darle forma a sus intereses, su identidad y su horizonte de sentido sobre la sociedad, constituyéndose estas en el sustrato concreto de la opinión pública, que por ende expresa la dinámica de relaciones de poder simbólico entre dichos actores. Sin embargo, las correlaciones de poder simbólico que entre ellos de tejen, tienen una trayectoria que está intrínsecamente amarrada a la habilitación de espacialidades sociales diversas a lo largo de la historia de una sociedad. Como Mattelart nos permite comprender, la comunicación emerge de una pluralidad de interacciones entre lógicas de desarrollo económico, organización política, emergencia de las culturas, encuentro con desarrollos tecnológicos, interacciones en contextos socio-ambientales específicos, que le dan forma a la comunicación que una determinada sociedad merece
[2]. Desde lo que Mattelat nos aporta para efectos de nuestro propósito, la constitución de lo público debe remitirnos necesariamente este tejido discontinuo de lógicas evidencia en la trayectoria histórica de la comunicación en una sociedad, proceso que él analiza en profundidad para el caso Europeo.

Las estrategias de comunicación, retomando el sentido de la hipótesis de este trabajo, nos llevan al campo de la disputa simbólica por la legitimidad, lo cual implica que rastrear las definiciones, los momentos, las pausas en la lógica de acción de estos actores en un determinado campo de disputa sea un reto metodológico. Para el caso que nos interesa, el campo de discusión pública sobre la salida negociada al conflicto social y político armado en Colombia, ofrece una riqueza enorme tanto por la validez de asumir la responsabilidad que nos cabe frente a al mismo, como por ser este un campo de exploración teórico y metodológico que nos mete de lleno en el pensamiento transdisciplinario.

[1] Brunner, José Joaquín. Globalización cultural y posmodernidad. México, Santiago de Chile. Fondo de Cultura Económica. 1998.
[2] Mattelart, Armand. La invención de la comunicación. Barcelona. Éditions La Découverte. 1994.