domingo, 9 de marzo de 2008

Opinión Pública y la salida negociada al conflicto: una disputa por el sentido de la reconstrucción ética y política del país

Astrid Carolina Cañas Cortés
Politóloga. Profesora de Opinión Pública.

Hipótesis:
Los procesos comunicativos inherentes a la opinión pública en Colombia se caracterizan por una dinámica de inclusión y exclusión sistemática de determinados referentes éticos y políticos respecto a la posibilidad de una salida negociada al conflicto social y político armado.

Objetivos:
- Caracterizar la disputa por la legitimidad de diversas versiones sobre la posibilidad de una salida negociada al conflicto social y político armado, tomando como eje del análisis las estrategias comunicativas de los principales actores sociales y políticos que se han visibilizado u ocultado en este debate.

Planteamiento del problema:
Durante los últimos años la discusión pública acerca de las perspectivas de resolución negociada del conflicto armado ha sido el eje de la disputa política por parte de diversos actores sociales y políticos en el país. La legitimidad de ciertas interpretaciones acerca de la pertinencia de encaminar las acciones de política pública hacia la definición de estrategias gubernamentales para la paz, así como el horizonte propiamente dicho de la negociación del conflicto, se ha constituido en un elemento de confrontación que ha implicado una dinámica de disputa por el sentido de una posible reconstrucción ética y política de Colombia.

Los actores sociales y políticos que intervienen en dicha confrontación habilitan escenarios para la visibilización de esta disputa, estableciendo sus estrategias de acción y encaminando sus dinámicas de incidencia hacia el posicionamiento de sus visiones en la opinión pública. La comunicación aparece como una dimensión constitutiva de la acción de dichos actores, que no pueden prescindir de activar procesos de transformación simbólica de las relaciones de poder en la medida en que avanzan en el despliegue de sus estrategias políticas.

La pregunta por el papel de los procesos comunicativos en la definición de los regímenes simbólicos societales de inclusión y exclusión implica hacer una valoración de los escenarios que estos habilitan para la discusión pública pero también de los mecanismos de supresión y cancelación de ciertas voces que ponen en juego cuestionamientos hacia los principios éticos y políticos de las alternativas en pugna. En esa medida, esta reflexión se propone indagar por los mecanismos mediante los cuales se desarrolla esta dinámica, con el fin de enriquecer la discusión sobre el papel de la comunicación y sus agentes y actores en una sociedad en conflicto, mecanismos que pasan por la estructuración de estrategias comunicativas que tejen en lo concreto esa especialidad social a la que denominamos “opinión pública”, en la cual hay una dinámica permanente de superposición de versiones públicas sobre el conflicto, se constituyen hegemonías parciales, a la vez que se cuestionan permanentemente el sustrato de legitimidad pública de determinadas visiones sobre el deber ser de la sociedad colombiana.

Es allí, en la constitución de esa especialidad social en donde encontramos que los procesos históricos de configuración de los regímenes simbólicos de exclusión e inclusión afectan el desarrollo de ese principio de publicidad que sustenta como principio la comprensión de lo público desde la perspectiva de la teoría liberal de la democracia. La comunicación dinamiza en buena medida la transformación de esos regimenes simbólicos, a la vez que pone en cuestión permanentemente el referente ideal normativo de la publicidad en la esfera pública.


La comunicación en la constitución de lo público

Los debates contemporáneos sobre la democracia nos señalan una ruta que coincide en alguna medida con el propósito de esta investigación y nos ayudan a ubicar la comunicación como dimensión de las prácticas sociales que constituyen lo público. La preeminencia de los actores sociales colectivos en la construcción de lo público, apunta a señalar que la democracia es una construcción activa y permanente que tiene lugar en las dinámicas concretas de esos actores, y más allá, en las dimensiones intersubjetivas de los seres humanos, hombres y mujeres. En otras palabras, y de acuerdo con lo que algunos de estos debates nos ayudan a ver, la democracia no es una dimensión abstracta, normativa, que se consigna en las constituciones y en las leyes, sino que es un tejido de relaciones intersubjetivas que constituyen dinámicas estructurales e interactúan con ellas.

En América Latina el debate sobre democracia giró durante varias décadas alrededor del momento históricamente paradigmático de la transición post-dictaduras, enfatizando el peso de las transformaciones institucionales de la vida pública, de manera que el establecimiento de constituciones democráticas, la institucionalización de funciones de control y vigilancia de la gestión, y sobretodo la habilitación de mecanismos participativos para la toma de decisiones, se convirtieron en la constatación misma del advenimiento de un nuevo contexto democrático
[1]. Sin embargo, paralelamente a lo anterior también en nuestro continente, una profusa producción académica sobre movimientos y actores sociales ha permitido dar el giro hacia la democracia como construcción en las prácticas sociales, que tienen una diversidad de comprensiones a la hora de encaminar rutas hacia la definición de horizontes de sentido: la identidad de la enorme diversidad de pueblos indígenas que habitan estos territorios, la emergencia de nuevas identidades de género y orientaciones sexuales que cuestionan la democracia formal, los movimientos de mujeres que construyen sus derechos en las dimensiones locales cercanas a esas dimensiones que siempre se excluyeron como parte del dominio de lo doméstico, etcétera.

De esta manera, el estudio de la opinión pública en América Latina, nos lleva necesariamente a un replanteamiento de lo que entendemos como democracia, y a una revaluación profunda del papel de los actores sociales colectivos en dicho proceso. Es en el marco de este debate en el que la comunicación cobra una importancia no solo desde el ideal normativo de la democracia, sino como práctica concreta que habilita espacialidades de discusión, de emergencia de la pluralidad, de resignificación de las conflictividades sociales, espacialidades que se gestan desde lo local, regional y global.
Por esta vía, se abre un enorme campo de análisis para la comunicación, que amplía el universo de posibilidades investigativas a la vez que brinda la posibilidad de explorar campos de acción heterogéneos. En la medida en que las prácticas sociales se convierten en una perspectiva para analizar la construcción de lo público, la comunicación toma forma como dimensión de esas prácticas, no escindible y de alguna manera tampoco prescindible en análisis de las relaciones sociales, sino como parte activa de lo que hacen las organizaciones sociales, los partidos políticos, las instituciones, las burocracias mediáticas, etc.

En este terreno, encontramos que la diversidad de actores que emprenden su acción en contextos específicos, y que obedece a diversas lógicas, desarrollan estrategias comunicativas para darle forma a sus intereses, su identidad y su horizonte de sentido sobre la sociedad, constituyéndose estas en el sustrato concreto de la opinión pública, que por ende expresa la dinámica de relaciones de poder simbólico entre dichos actores. Sin embargo, las correlaciones de poder simbólico que entre ellos de tejen, tienen una trayectoria que está intrínsecamente amarrada a la habilitación de espacialidades sociales diversas a lo largo de la historia de una sociedad. Como Mattelart nos permite comprender, la comunicación emerge de una pluralidad de interacciones entre lógicas de desarrollo económico, organización política, emergencia de las culturas, encuentro con desarrollos tecnológicos, interacciones en contextos socio-ambientales específicos, que le dan forma a la comunicación que una determinada sociedad merece
[2]. Desde lo que Mattelat nos aporta para efectos de nuestro propósito, la constitución de lo público debe remitirnos necesariamente este tejido discontinuo de lógicas evidencia en la trayectoria histórica de la comunicación en una sociedad, proceso que él analiza en profundidad para el caso Europeo.

Las estrategias de comunicación, retomando el sentido de la hipótesis de este trabajo, nos llevan al campo de la disputa simbólica por la legitimidad, lo cual implica que rastrear las definiciones, los momentos, las pausas en la lógica de acción de estos actores en un determinado campo de disputa sea un reto metodológico. Para el caso que nos interesa, el campo de discusión pública sobre la salida negociada al conflicto social y político armado en Colombia, ofrece una riqueza enorme tanto por la validez de asumir la responsabilidad que nos cabe frente a al mismo, como por ser este un campo de exploración teórico y metodológico que nos mete de lleno en el pensamiento transdisciplinario.

[1] Brunner, José Joaquín. Globalización cultural y posmodernidad. México, Santiago de Chile. Fondo de Cultura Económica. 1998.
[2] Mattelart, Armand. La invención de la comunicación. Barcelona. Éditions La Découverte. 1994.

1 comentario:

Santiago Giraldo Luque dijo...

Hola. Entiendo que este post es sólo la introducción y el marco referencial del artículo. Creo que este texto pinta muy bien. Espero que una vez que lo desarrolles alcances a satisfacer los objetivos y la hipótesis que planteas. Me parece que lo descrito hasta ahora define un estudio muy pertienente sobre la definición de los discursos de los actores sociales sobre el tema del conflicto. Tal vez un estudio como este, desarrrollado de manera comparativa con otros procesos históricos (diferentes al que atravesamos hoy con AUV) podría servir de marco para encontrar el cambio en la "opinión pública" de los actores y su relación con las acciones comunicativas de los actores sociales que, seguramente, analizarás en el desarrollo del texto. Espero entonces los nuevos avances.

Saludos a todos.